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El Esplendor de San Pedro de Macorís

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El Esplendor de San Pedro de Macorís
La Catedral San Pedro Apóstol, en San Pedro de Macorís.
San Pedro de Macorís, por su historia, su valor arquitectónico y su estratégica localización, debiera ser la llave cultural hacia el Este.

Las ciudades portuarias jugaron un rol fundamental en la formación del patrimonio cultural y las identidades dominicanas después de la guerra de Restauración. Favorecidas por el boom económico internacional del azúcar y las maderas, así como por las nuevas tecnologías de transporte y comunicación de fines del siglo XIX y la primera parte del siglo XX, San Pedro de Macorís, Montecristi, Sánchez y Puerto Plata pasaron de ser pequeños poblados a constituirse en centros urbanos de intercambio comercial internacional.

En 1879, San Pedro de Macorís fue habilitada para el embarque de azúcar y las exportaciones. Era sólo un pequeñísimo grupo de viviendas. La conexión entre puerto comercial y sistema ferroviario hacia las áreas de producción azucarera la transformó en ciudad. La ciudad salió del río y del muelle siguiendo las líneas del tren azucarero. Entre 1876 y 1892 se establecieron en SPM siete ingenios, generándose una revolución productiva, socio-económica, migratoria y cultural que convirtió a esta ciudad en el centro urbano, arquitectónico, manufacturero y comercial del país durante casi medio siglo.

Como han señalado Roberto Cassá y Fermín Álvarez Santana, en esa relación entre puerto, ciudad y economía azucarera crecieron cuarenta y una locomotoras, treinta y cuatro embarcaciones fluviales, ochenta empresas de importación y más de treinta industrias manufactureras.

La famosa "Danza de los Millones" convirtió a San Pedro en una puerta hacia la modernización del país: la primera factoría azucarera, el primer telégrafo, los primeros hidroplanos, las primeras centrales telefónicas, el primer campeonato nacional de béisbol, el primer hipódromo, el primer coliseo de boxeo, el primer cuerpo de bomberos, los mejores teatros, los más diversos medios de prensa y una febril actividad cultural, arquitectónica y literaria.

San Pedro de Macorís fue, probablemente, la primera ciudad moderna del país. Moderna, no sólo en el sentido económico (30% de las exportaciones dominicanas en 1927); no solo en el sentido de los instrumentos de la modernidad, desde el barco de vapor hasta el hidroplano. También en el sentido del espíritu de la modernidad: una actividad creativa de organización social, expresión artística y debate de opiniones diversas con potencial para devenir en sociedad civil si no hubiera sido por el clima político, el ascenso del trujillismo y la crisis de la economía azucarera en los años 30.

Constituyéndose en uno de los motores de la apertura hacia el mundo, los barcos y los vuelos desde SPM conectaban al país con Norte y Sudamérica. En ese entorno se desarrollaron actividades bancarias de instituciones financieras internacionales, editoriales (imprentas, periódicos, revistas), educativas (una escuela primaria superior, una escuela normal superior y varias escuelas públicas y privadas), teatrales (seis teatros, incluyendo al Teatro Colón, único teatro de ópera de la nación), diplomáticas (viceconsulados de Noruega, España, Estados Unidos, Dinamarca, Francia, Perú y el Imperio Alemán, entre otros), comerciales (el Edificio Armenteros es un icono), sindicales (el Sindicato de estibadores portuarios, primero en el país).

Los barcos y los hidroplanos fueron los transportes en que llegó una ola migratoria europea, norteamericana y caribeña, haciendo de la mezcla y la formación de las identidades dominicanas un proceso más complejo. Además de los gerentes y técnicos estadounidenses de los ingenios, vinieron españoles, franceses, alemanes, italianos, austríacos... en una gama de lenguas y nacionalidades que expandieron el comercio y las profesiones.

Del Caribe hispano llegaron cubanos y puertorriqueños, y del Caribe de habla inglesa, holandesa y francesa, los trabajadores azucareros traerían su ritmo además de sus lenguas. Para 1920, el censo registraba 38,000 habitantes en SPM, de los cuales alrededor de 10,000 eran extranjeros. San Pedro se transformaba en una pequeña cosmópolis. Este movimiento migratorio expandió el patrimonio tangible e intangible y dejaría huellas de largo plazo en la cultura, el comercio y los bailes dominicanos. También vendrían del interior: de La Vega, El Seibo, Santo Domingo... SPM era una sinfonía de migrantes internacionales y nacionales que contribuyeron a forjar la diversidad cultural postcolonial en la República Dominicana.

Estas olas económicas, migratorias y tecnológicas se articularon al crecimiento de un movimiento social importante. Florecieron las sociedades culturales, los círculos literarios, las actividades científicas, las representaciones teatrales, las publicaciones y conferencias, las expresiones musicales, las tertulias. Conjuntamente con la prosperidad económica, en SPM emergía una esfera pública activa. Contaba mi padre que en su infancia recordaba mencionar a San Pedro como "un pequeño París".

La aportación de SPM a la formación de la literatura y la arquitectura dominicanas fue también relevante. Gastón Deligne, oriundo de Santo Domingo, desarrolló su práctica literaria en SPM en el contexto del diálogo cultural existente. Deligne, uno de los iconos literarios dominicanos, realizó una obra oblicua al modernismo, con una apropiación selectiva de elementos modernos, mestizos y coloniales, con capacidad para relacionarse y transformar la modernidad literaria.

Finalmente, el patrimonio arquitectónico de SPM es espléndido: introdujo la arquitectura de hormigón en el país con obras de gran diversidad, innovando los materiales y las formas arquitectónicas, en una arquitectura diversa en que se representaban el neoclásico, el mudéjar, el art nouveau, el neogótico, etc. en versiones vernáculas.

Toda esa herencia y ese rico patrimonio de San Pedro de Macorís está ahí. Esperando a ser valorado y relanzado con imaginación para beneficio de la cultura, el turismo y la economía, como lo han hecho en tantas otras pequeñas ciudades de Europa y América. Inserta en la ruta del Este, SPM sería una gran apuesta por la revaluación de nuestro patrimonio y por la expansión del turismo. ¿Qué esperamos?

La famosa "Danza de los Millones" convirtió a San Pedro de Macorís en una puerta hacia la modernización del país.