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Miches y su fina estampa

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Miches y su fina estampa
En Miches ya existe un Plan Maestro de Desarrollo Urbano y un Plan de Ordenamiento Territorial.

Miches debe remarcar su propia identidad con lo mejor de su cultura, incluyendo, a pesar de las nuevas carreteras, los gallardos jinetes de fina estampa que todavía adornan con su hidalguía los lozanos hatos de la comarca. Por Juan Lladó 

Viviendas en ruinas, abandonadas o a medio talle no son activos estéticos de una comunidad. Pero en Miches se da el caso de que estas numerosas úlceras de su paisaje urbano, muchas de madera, se conjugan con el resto de las edificaciones y con el quedo murmullo de sus habitantes para generar la imagen de un “pueblito encantado”. No es que tal mansedumbre y la apartada ubicación del pequeño municipio de 11,000 habitantes produzcan esa sensación. Es más bien que las nuevas carreteras que hoy lo conectan con el resto de la región lo asemejan a un nido de hadas y de elfos esperando inquietos el desarrollo.

Otrora eran las malas carreteras las que les quitaban el aliento al visitante y lo dejaban indispuesto. Ya fuera la que lo une con Sabana de la Mar, la que lleva al El Seibo o la que lo conectaba con Nisibón, el viacrucis que implicaba su uso maltrataba cualquier psiquis. No valía que el mar que orilla a todo el pueblo se considerara invitador, o que el Río Yeguada que lo bordea por el costado este acrecentara su talante hospitalario. Ni las espectaculares playas cercanas ni las hermosas colinas de su alrededor lograban inducir la pernoctación.

Sin embargo, hace ya años que en Miches, bautizado en honor al general restaurador Eugenio Miches, prendió una fervorosa esperanza turística. Ya en 1996 su Asociación Pro Desarrollo encargo (a quien escribe) un experticio titulado “El Potencial Turístico de Miches y sus Playas” y esto fue seguido, en el 2002 y en el marco de la IV Convención Nacional de Turismo, por otro reporte similar sobre el potencial turístico de la provincia El Seibo. En ese último reporte se acabó de fraguar una fascinación incendiaria de la región con el turismo: “En cada ente de desarrollo y progreso, en cada hijo de esta tierra bulle la idea persistente y el sentir arraigado, de que solo el desarrollo turístico de la provincia propiciaría bienes y servicios que consumarían la vuelta a nuestros mejores tiempos.”

Anticipando que la miel de Bávaro podría desparramarse por la comarca y espoleado por el anuncio del billonario Gustavo Cisneros sobre su súper proyecto Tropicalia, Miches albergó la expectativa de que algún día se le conectara a Bávaro-Punta Cana con una carretera decente y de que los inmensos cocales de Punta Hicacos, Punta La Gina, Playa Esmeralda y Playa El Limón atrajeran inversiones hoteleras. El resultado ha sido una estampida inmobiliaria que, sin reparar en los frecuentes reportes sobre títulos falsos, elevó los precios de los terrenos notablemente. Hasta las tierras de potreros, con precios de US$7 u 8 el metro cuadrado, se han metido en la vorágine.

Hoy día el sueño ha comenzado a materializarse y el futuro encanto turístico de Miches se puede atisbar con facilidad. Hace días se inauguró la nueva carretera que lo une con Uvero Alto, un dechado de excelente ingeniería y mejor señalización. Además, pronto se inaugurara también el bien asfaltado trayecto a El Seibo y se espera que al finalizar el año sea posible inaugurar el nuevo empalme con Sabana de la Mar. ¡Albricias! La molicie que sobre el ánimo producían las destartaladas carreteras está dando paso a una nueva era de suave rodamiento y agradables paisajes.

El trayecto Uvero Alto-Miches es sencillamente espectacular. El exuberante baño de belleza natural que imparte el paisaje, compuesto por hatos ganaderos angelicales, tonifica y le restituye a cualquiera la buena voluntad. Es sin duda el paisaje de carretera más puro y prístino de todo el país (en vista de que el de la Autopista a Samaná ya se ha comenzado a llenar de vallas publicitarias). El paisaje del trayecto a El Seibo es algo menos impactante, pero el frescor de sus frondosos árboles y el ambiente de bosque húmedo de montaña lo tornan muy refrescante y le sentara bien a cualquiera.

La aureola de virgen naturaleza que derrochan los alrededores de Miches es digna de contemplarse. Las dos lagunas cercanas, Redonda y Limón, son áreas protegidas en la categoría de Refugio de Vida Silvestre. (Hace unos años la famosa guía de viajes Lonely Planet describió a la Playa El Limón como la mejor del país.) Cercanos a Laguna Redonda, los terrenos donde se desarrollara el proyecto Tropicalia contienen un exuberante y denso cocal que proyecta al Trópico en su más embrujadora expresión. La oferta la completan dos otros cercanos altares de la naturaleza, el Santuario de Mamíferos Marinos y el Parque Nacional de Los Haitises.

Miches no tiene monumentos que conmemoren hazañas históricas de importancia. Sin embargo, en el cercano El Seibo sí los hay. Basta con mencionar el de la Batalla de Palo Hincado acaecida en sus alrededores, donde las tropas de Juan Sánchez Ramírez derrotaron al ejército napoleónico de Ferrand para lograr la Reconquista del territorio para la corona española. Otros dos hechos históricos realzan la raigambre histórica de la provincia. El primero es que fue en El Seibo donde se dio el primer grito de la Independencia el 25 de febrero del 1844. El segundo es que Pedro Santana, nuestro primer presidente, se estableció en El Seibo y caso con una rica viuda, lo cual lo convirtió en un hombre de influencia regional.

Ese prontuario histórico se complementa con los numerosos atractivos naturales y culturales. En la provincia existen numerosos saltos de agua, cuevas, lagos, montañas, corridas de toros (únicas en el país), activas fiestas patronales, pesca y otros atractivos para hacer de El Seibo, un municipio fundado en el 1502 y designado en el 2006 “Pueblo del Milenio” por Naciones Unidas, un aliado turístico idóneo para Miches. Por eso un evento pionero celebrado con los auspicios del MITUR en el mismo 2006 vislumbró condiciones para “el ecoturismo, el turismo comunitario, náutico, el turismo rural y para la producción de artesanías auténticas.”

Contando con su potencial de desarrollo turístico, varias entidades han elaborado enjundiosos reportes sobre Miches. Existen análisis de la ONE, la AECI, la Fundación Cisneros, la Universidad de Columbia (pretendiendo hacer de Miches un modelo de desarrollo del turismo sostenible) y la Unión Europea que proveen una buena plataforma para la planificación. Y hasta ya existe un “Plan Maestro de Desarrollo Urbano” que fue elaborado por el EQUIS/INTEC y un Plan de Ordenamiento Territorial elaborado por el MITUR. Tales antecedentes revelan la acendrada vocación turística que le han visto ojos nacionales y extranjeros. De ahí que, con las nuevas carreteras, Miches esté listo para despegar su desarrollo turístico.

Algunos inversionistas ya han mostrado confianza en ese desarrollo comprando terrenos playeros. Pero excepto por unos suizos que construyeron el Hotel La Loma en un cerro cercano, ni extranjeros ni dominicanos se han fijado mucho en el potencial del mismo Miches. Solo comprando las casas en ruinas para ponerlas a la venta después de restauradas podría comenzar un boom de inversiones en su seno. Los extranjeros comenzaran a fluir mucho antes de que el proyecto Tropicalia arranque y, a juzgar por la experiencia de Bávaro, Puerto Plata y Bayahibe, el negocio inmobiliario pronto florecerá.

Miches, sin duda, debe seguir abrazado a su sueño turístico. (“Pena de la vida al que volviera la cara atrás. Pena de la vida al tambor que tocara la retirada. Pena de la vida al oficial que lo mandare aunque fuere yo mismo.”) Pero con el desarrollo desaparecerá la atmósfera de la somnolienta aldea de pescadores que irradia placidez e invita a la relajación. Inclusive podría sobrevenir una oleada de comercialización que, cual fagocitos desbocados, arrope y destruya el paisaje urbano, despojándolo del discreto encanto que hoy enternece al visitante.

Por eso Miches debe remarcar su propia identidad. Y para ello hará falta ofrecer lo mejor de su cultura, incluyendo, a pesar de las nuevas carreteras, los gallardos jinetes de fina estampa que todavía adornan con su hidalguía los lozanos hatos de la comarca, Solo así podría diferenciarse de Bávaro-Punta Cana y convertirse en factótum de la divinidad turística para siempre.