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Sorpresas en Nueva York: artistas conocidos y amigos de siempre

Las amistades surgen de las manera más inesperadas y se confirman por accidente

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Sorpresas en Nueva York: artistas conocidos y amigos de siempre
Nat “King” Cole.

Al principio del verano de 1959, embarqué en el puerto de la entonces Ciudad Trujillo, en el crucero de turismo SS Evangeline, para trabajar como asistente del Cruise Director, Frank Dorman. El puerto madre del barco era Miami, desde donde salíamos a las Bahamas, todo el resto del Caribe, y la parte alta de Sur América. En el otoño el barco agotaba una temporada, saliendo de Washington D. C., hacia las islas Bermudas y separadamente hacia el resto del Caribe. Al terminar esa temporada de otoño, ya en noviembre, el barco iba a recibir mantenimiento anual en un dique seco en Carolina del Norte. Eso nos daba a los que trabajamos a bordo una semana de vacaciones.

Desde Washington, llamé en Nueva York a mi gran amigo Carlos Raime, quien me había ofrecido quedarme en su apartamento con él y su madre, Doña Teresa, en la calle 66, entre Columbus y Amsterdam, justo al lado de Central Park y Columbus Circle. Durante el día yo deambulaba por el centro de Manhattan, ya que Carlos tenía que cumplir con su trabajo, y en la noche saldríamos juntos. En ésta ocasión, caminando por la Quinta Avenida escuché una voz que dijo : ¡Ellis Pérez!. Giré para responder, y resultó ser José Miguel Bonetti, a quien había conocido y tratado en diversas ocasiones en el Embassy Club del Hotel El Embajador, junto a sus padres, Don Santana y Doña Ligia. Después del abrazo, le dije que estaba simplemente paseando por la Quinta Avenida, y él me invitó a acompañarlo para llegar a la famosa tienda Sacks. Resultó ser que lo que José Miguel necesitaba era una camita sándwich para llevarla al apartamento donde se hospedaba. Nunca olvidaré que caminamos el trecho desde la tienda al apartamento empujando la camita sobre sus ruedas hasta depositarla en su sitio. En ese momento me dijo: “Ellis si no tienes compromiso de almuerzo te invito al Metropolitan Club”, que quedaba en la calle 60 con Quinta Avenida, frente al Central Park. Ahí me esperaban dos sorpresas, sobre las que JM no me había advertido: el Gerente General era William C. Tonetti, quien había sido el principal ejecutivo operacional del Grupo Ambassador’s International, que había asumido la operación de los hoteles El Embajador, Jaragua y Paz , y ya estaba de vuelta en Nueva York. La otra sorpresa era el camarero, Sr. Troncoso, quien se había destacado por sus magníficas condiciones de servicio en el Embassy Club, y por eso fue reclutado por el Sr. Tonetti para que trabajase con él en NY. Resultó una ocasión sumamente agradable.

Para la segunda noche en Manhattan, Carlos Raime se había asegurado la reservación de una mesa para que estuviéramos presentes en el debut de Nat “King” Cole, en el night club “Copacabana”. Me dijo: “Ellis yo sabía que a ti te iba a interesar estar presente en la ocasión, porque recuerdo que tú siempre ponías sus discos en tus programas de música americana de la HIZ”. Efectivamente, resultó ser una noche muy especial. Después de la tercera canción, Cole señaló: “Quiero destacar aquí esta noche la presencia de uno de los mas finos y sobresalientes cantantes jóvenes de América, el Sr. Andy Williams”, a quien yo solía referirme en mis programas como “la voz educada”.

En otra de las noches de esa semana invité a Carlos al flamante Playboy Club, en la calle 59 casi esquina Quinta Avenida, ya que yo acababa de hacerme socio en Miami del Club, que estaba en Biscayne Boulevard. En esa ocasión, y por magnífica coincidencia, Carlos saludó a un viejo amigo que había estudiado con él en el Colegio de La Salle, y que en esemomento estaba estudiando arquitectura en una universidad no lejos de la ciudad de Nueva York. Ahí, en ese ambiente, entre conejitas, iniciamos el arquitecto Tony Caro y yo, una amistad de afectos mutuos, que ha perdurado por muchos años.

¡Cómo olvidar a Nueva York!