Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
Buena vida

Un refugio campestre en Jarabacoa

El diseño de esta casa se fusionó armónicamente con el ambiente circundante de Hato Viejo, Jarabacoa

Si su norte desde Green Man Designs, empresa que dirige para desarrollar proyectos arquitectónicos sostenibles, es preservar a toda costa el medioambiente y no invadirlo con estructuras fuera de lugar, ¿cómo podría el arquitecto e ingeniero civil, José Manuel Reyes Malla, hacer la excepción con este rancho campestre de Hato Viejo, Jarabacoa? ¡Y mucho menos tratándose de un proyecto para un amigo de la infancia!

De ese modo, un lustro atrás, con brújulas y sistemas de GPS en mano, estos viejos camaradas acudieron a aquel terreno y ubicaron las mejores coordenadas para situar la infraestructura frente a las vistas panorámicas más privilegiadas y en un punto que le permitiese cierta privacidad al propietario. “Lo más fácil hubiese sido construir sobre la montaña, y ¡listo! Sin embargo, la casa no está ‘sembrada’ sobre la colina, sino que se integra con el paisaje”, expresa el arquitecto Reyes Malla.

 

Para este profesional, la necesidad del cliente es lo primero; las posibilidades que le ofrece la zona, después. El próximo paso que da este arquitecto es “tratar la futura casa en dos vertientes: lo que es la obra gris, que te va a definir la estructura y la distribución del espacio, y lo que es la terminación, que viene siendo la piel, lo que le da la identidad a la vivienda”.

 

Apertura a natura

Al acceder a este rancho campestre, una pendiente empedrada recibe al visitante, ya que el anfitrión prefirió no encementar la entrada, preservando así el entorno natural y la “onda verde”, que caracterizan a todo el proyecto, y que siguieron -de común acuerdo- tanto él como el arquitecto/ingeniero Reyes Malla.

 

A la llegada, espacios bien aprovechados y mejor distribuidos muestran una vivienda que se abre en un ángulo de 180 grados a las espectaculares montañas de Jarabacoa, a través de un gran espacio que está compuesto por la sala, el comedor, la cocina y la terraza. Estas áreas están totalmente integradas, en consonancia con el deseo expreso del propietario, quien le externó desde el principio al arquitecto: “Quiero una casa pequeña, con dos habitaciones, pero sin que los espacios estén limitados… Mi idea es contar con un espacio abierto, bien iluminado y con buena corriente de aire”.

De ese modo, Reyes Malla concibió un techo a dos aguas, que cobija el módulo principal (sala, comedor y cocina); dos recámaras, que conforman el segundo módulo; y el área familiar, que componen el tercero. A seguidas, trabajó con las paredes, de acuerdo a la forma y al espacio disponible, de manera que no hubiese ningún muro que interrumpiese la vista a La Tarana, que se ve desde el centro de la estancia; hacia el Mogote, que se aprecia a través de los ventanales izquierdos; y hacia Los Morales, que se perciben desde la derecha.

Como un ingrediente extra, Reyes Malla también construyó un sótano para su cliente, que está igualmente abierto a la naturaleza, y que es ampliamente utilizado social y profesionalmente.

Ambientes “a flor de piel”

Emulando el concepto que prima en la mayoría de las casas campestres de Jarabacoa, este rancho también se erigió para ser disfrutado sin mayores complicaciones. Y es que los materiales que se utilizaron para ambientar todas las estancias de este hogar contribuyen a su simplicidad; apliques de piedra y madera en la entrada, ladrillos de la zona (de Jarabacoa) en los pisos, pinos naturales que fungen como columnas, estructuras enmaderadas en los techos y revestimientos de tejas españolas, para rearfirmar el matiz de refugio montañés, son algunos de los detalles que imperan en esta casa.

 

Sin embargo, esta infraestructura que se construyó bajo la supervisión directa de su propietario -quien viajó diariamente desde Santo Domingo, durante los nueve meses de construcción-, fue arropada casi por completo por el paisajismo. Sin dudas, su pasión por la naturaleza no sólo se circunscribe a coleccionar alrededor de 400 orquídeas, o a sembrar un sinnúmero de especies florales y frutales alrededor de su vivienda, también se extrapola a contribuir con los lugareños para que reforesten a Jarabacoa.

Pero, la jardinería no se constituye en la única terapia del dueño de esta casa, también está su afición por los animales, que ha derivado en la instalación de una caballeriza en su propiedad yen la habilitación de un mini-zoológico.

Tras cinco años de haber diseñado y supervisado este proyecto, José Manuel Reyes Malla todavía tiene que “pelear” con algunos clientes que han pedido los planos de esta casa, para reproducirlos. Ante estas solicitudes, él no accede, pues aún entiende que este diseño es único e irrepetible; es el refugio campestre de uno de sus amigos de siempre...