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Buena vida

El huerting está de moda

La afición por el ocio verde, más que una moda; en varios años habremos de ser agricultores urbanos.

La afición por el ocio verde no es la única razón por la que los nuevos adeptos se animan a tener un huerto propio en casa, sino que la estimación de que en 2030 el 60 % de la población mundial vivirá en las ciudades nos empuja a convertirnos en "agricultores urbanos" aunque no tengamos una casa enorme ni un gran patio.

Efectivamente, la agricultura urbana y familiar es una actividad de sostenibilidad que produce alimentos frescos sin impactar negativamente en la salud de los consumidores ni de quienes los cultivan. La idea es eliminar conservantes, ya que al ser sembrados en la ciudad (techos, balcones, terrazas, patios, interiores de cocinas y paredes) los productos no necesitan recorrer grandes distancias.

Vivimos en un mundo superpoblado tendiente a una alimentación industrializada que, por ende, incluye una agricultura industrializada con un uso excesivo de conservantes, plaguicidas y fertilizantes inorgánicos, algunos hasta genéticamente modificados. Todas son sustancias químicas que afectan a nuestra salud. Asimismo, producen contaminación del aire, de los suelos y de las aguas subterráneas, principalmente en las áreas de las plantaciones.



La sobrepoblación también ha llevado a que millones de personas en el mundo no tengan acceso a buenos niveles de alimentación, ya sea porque la agricultura no da abasto o por su mala distribución. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se estima que hay alrededor de 880 millones de personas sufriendo de hambre y malnutrición en todo el mundo, o sea, una cantidad superior a la población total de Canadá, EE.UU. y la Unión Europea. De hecho, 98 % de estas personas se encuentran en países en desarrollo y en países en transición, y el 2 % restante en países industrializados.



Ante esta preocupación de disminuir la hambruna, así como el impacto a la salud y a los recursos naturales, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 2014 como el "Año Internacional de la Agricultura Familiar" (AIAF).

 

Agricultura urbana y sus beneficios

En ese sentido, la agricultura urbana no solo abarca la producción de alimentos, sino que incluye la crianza de animales para la ingesta (acuicultura y apicultura, entre otros).

Otra de sus ventajas es que contribuye con el aumento de espacios verdes en nuestras ciudades, que hoy en día están ahogadas de construcciones, disminuyendo así el impacto de las islas de calor. Por otro lado, contribuyen con la conservación y el uso sostenible de los recursos naturales; mejoran la calidad de los suelos, el aire y el agua; optimizan los recursos acuíferos; y protegen la capa terrestre de la erosión.



Un beneficio ecológico muy importante es que generalmente desconocemos el ciclo de vida de los alimentos que ingerimos. Con la agricultura urbana y familiar estamos más conscientes de consumir alimentos sanos y de contribuir con la erradicación del uso de sustancias químicas peligrosas. De este modo, la dieta de las familias se enriquece.

Otro de los beneficios relacionados a la salud es que su práctica sirve de ejercicio para algunos y se ha comprobado que la manipulación de la naturaleza encierra efectos terapéuticos. También mejoran la calidad del aire urbano y de los interiores de las edificaciones.

Asimismo, generan beneficios económicos, pues los excedentes se pueden vender, contribuyendo así a estimular la economía local y la asequibilidad de los precios de los alimentos.