Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
general

Los manganzones 2.0

Expandir imagen
Los manganzones 2.0

Remontándonos al argot popular, tan lejos como en el siglo pasado, un manganzón era un muchacho grande, generalmente corpulento (de esos que le pesaban los hombros y arrastraban los pies), con cara de no matar una mosca y que, por alguna razón, la gente (es decir, la madre) le cogía pena y el barrio comentaba (es decir, el padre) que no servía para mucho.

Pero al manganzón le encontraban rápidamente oficio acorde con su tamaño: cargaba cajas, movía muebles y abría las tapas de esas latas que nadie podía. A una edad respetable, el padre del manganzón se lo prestaba a un primo banilejo que lo ponía a trabajar en un colmado o un almacén de provisiones “a ver si aprendía algo”. Casi a punto de quedarse “jamón”, el manganzón se casaba con una mujer de carácter fuerte, tenía 2.5 hijos y todos felices.

Ahora bien, y en pleno siglo XXI, ¿no se han dado cuenta de la cantidad de manganzones que están floreciendo a nuestro alrededor...sin oficio?

Con tamaño suficiente para hacer carrera en el baloncesto, tiene el sofá “derrengao” porque justo en esa esquina es que el “niño” se sienta a jugar playstation con sus amigos imaginarios por horas. No tiene, ni se le exige, ninguna responsabilidad: a su cuarto no se atreven a entrar ni las cucarachas y su dicción, su ortografía y modales avergonzarían a un parvulario.

¿Qué estamos haciendo? Padres, madres... ¡levantaos! ¿Qué estamos criando?

Si nuestro trabajo es garantizar la próxima generación de la humanidad, estamos fracasando miserablemente. Es cierto que tenemos deberes como padres, pero también existen los deberes de los hijos. Si el muchacho reclama tener edad suficiente para traer novias a la casa y de “lujear” en la Lincoln el carro del papá, también tiene edad para exigirle ciertas responsabilidades.

Y no, pedirles que higienicen su cuarto, que recojan su ropa del piso y que traigan notas por encima de promedio no amerita seguimiento psicológico, tampoco es exasperarlos, ni les quita tiempo de calidad...o como lo llamen.

Desde que el mundo es mundo, tanto los padres como los hijos tenemos los roles bien definidos. Y la lógica es que los preparemos para que sean independientes y capaces de formar sus propias familias sin nuestra ayuda.

Para muchas personas con las que compartí las ideas de este escrito, el pleito se perdió cuando permitimos que el reverente temor que teníamos a los padres llegara a ser cuentos de abuelos. Y cuando sobreabundó la culpa sobre el sentido común.

Dejemos que caminen, que tropiecen y aprendan a levantarse. Es ley de vida.

Ilustración: Ramón L. Sandoval