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Simplemente, Pablo

Pablo Alborán dijo antes de Navidad que se retiraba de los directos por dos años. La alarma cundió entre sus millones de seguidores.

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Simplemente, Pablo

El matiz vino después, como en aquella canción de Mecano: el alejamiento se circunscribía a los escenarios españoles, y no suponía un adiós [ni un hasta luego] a la música: de hecho, otra de sus nuevas metas es estudiar inglés, quizá para intentar el crossover al mercado anglo en un futuro no muy lejano. Simplemente se trataba de un ‘stop and go’, tras el que se escondía el deseo de frenar un poco la vorágine en la que se ha convertido su vida. Lleva un lustro agotador, que coincide con su explosión como estrella de la música. Tres discos de estudio, tres giras agotadoras y un estatus estelar que no se conocía en España desde Alejandro Sanz: el impacto del propio David Bisbal palidece ante la locura que genera este malagueño de 26 años. Por si fuera poco, Alborán guarda con un candado robusto las claves de su vida íntima, ajeno a rumores y especulaciones, sin pareja conocida ni exclusivas en la prensa del corazón: esa actitud, por supuesto, acrecienta el interés sobre su persona. El misterio siempre ha sido magnético. “Hace un año –decía en diciembre a la prensa española– que no quedo con mis amigos para cenar. Es muy difícil ser yo y lo peor de la fama son los prejuicios. Yo soy un tío muy normal”.

¿De dónde sale este muchacho? De una pulsión adolescente por cantar, componer y tocar la guitarra. Tuvo una infancia acomodada y el apoyo total de sus padres, quienes le ayudaron a canalizar esa pasión por la música con la mejor preparación posible. Sin embargo, el disparadero fue Youtube. Pablo empezó a colgar clips con sus canciones, y cuando la famosa ‘Solamente tú’ llegó a los siete millones de reproducciones, la industria entendió que había llegado el nuevo Midas. Manuel Illán, productor musical y aliado inquebrantable de Pablo, le ayudó a grabar una maqueta que incluía una revisión de su compueblana Diana Navarro, encargada desde entonces de impulsar la carrera de Pablo por la mejor vía posible, la del cariño.

Cuando llegó el momento de grabar su primer disco, Pablo tenía cuarenta canciones listas para elegir. En febrero de 2011 sale ‘Pablo Alborán’ y el éxito es arrollador. A finales de ese año llegaría un disco en vivo con dos temas inéditos, y la joya ‘Perdóname’ como nuevo estandarte. En noviembre de 2012 salió ‘Tanto’, segunda producción de estudio, que de nuevo arrasa en las listas, con entrada incluida en el mercado portugués. A la factura de pop melódico y deje aflamencado se unen ya el rock, el blues y la experimentación con sonoridades de otras latitudes. El asalto al mercado de América Latina también es ya notorio, hasta el punto de que no son pocas las voces que le sugieren una relocalización en Miami, al modo en que han hecho otros compatriotas de éxito como Julio Iglesias, Sanz o Bisbal. Todo parece ir demasiado rápido en la carrera de Pablo, pero el malagueño aguanta el tirón de exigencia. En noviembre de 2014 llega ‘Terral’, su tercer álbum, que una vez más pasea con una extensa gira por toda España y América, además de editarse en Francia a principios de este año. En febrero, por si fuera poco, ganó un premio Goya de la Academia del cine español por su aporte musical a la película ‘Palmeras en la nieve’. El cielo es el límite.

La pregunta del millón de dólares: ¿qué tiene este muchacho que no tengan otros? Respuesta fácil: más allá de ese físico que enloquece a sus fans, Alborán tiene una voz excelente y cálida, es un guitarrista y pianista de nivel considerable entre sus pares, compone con gusto y pasión... sin embargo, la clave del éxito arrasador es la cercanía con sus audiencias. Lo sabe, y lo cultiva. Llega por igual al corazón adolescente y al veterano, conquista con la misma facilidad a público de todas las edades, porque sus historias son atemporales: amores y desamores vividos, sensaciones que se adivinan en el futuro inmediato o se reconocen en un pasado ya lejano. Pablo habla a todos los corazones, y esos corazones palpitan de amor por sus palabras. Así de sencillo.