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Señales de la reforma

Muchos lo lamentan, pero tienen que admitir que en la actualidad el entorno político, conceptual y académico no favorece a los sistemas económicos basados en la planeación central. Quedan algunos reductos, lógicamente, pero aún en China, que conserva una estructura política de nombre socialista, la economía discurre por cauces cada vez más alejados de la planeación estatal. El gobierno chino conserva una gran influencia sobre la economía, a través de los bancos y complejos industriales, pero muchas de las llamadas empresas estatales son controladas realmente a nivel municipal, o por sectores militares, o por grupos enraizados en torno a segmentos partidarios locales.

Se admite a nivel mundial, por lo tanto, que la actividad económica privada es la principal fuente y sustento de la creación de empleos, de la generación de divisas y del crecimiento de la producción de bienes y servicios. Y si ese es el caso, debe admitirse también que la actividad económica estatal es subsidiaria a la del sector privado, no sustitutiva ni, mucho menos, contraria.

De ahí que al plantearse aquí una reforma fiscal es preciso tomar en cuenta que los impuestos y gastos públicos emiten "señales" que influyen sobre la actividad privada. Cada vez que el Estado realiza un gasto o una inversión, crea beneficios para algún segmento privado, sea como proveedor de bienes o como beneficiario de los servicios públicos. Y cada vez que establece un impuesto crea una carga para alguna actividad privada, sea vía costos como contribuyente, o a través de una reducción de sus ventas.

La inversión privada sigue esas señales, siempre en busca de rentabilidad. Y, a su vez, la composición de esa inversión determina el tipo de economía que el país tiene.

Se dice que se necesita una reforma fiscal, y se afirma que hay que cambiar el modelo económico. La reforma no puede ser independiente del cambio del modelo.