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Tolerancia de Chávez

Tendríamos que ser muy poco agradecidos para no reconocer al presidente Chávez su apoyo a la República Dominicana. Fue como si considerase que el petróleo era un don que Venezuela debía compartir con naciones de su entorno menos favorecidas por la naturaleza.

Pero sería superficial e injusto limitar al petróleo el aporte que Chávez quería darnos. Su idea no era que Petrocaribe fuese un mecanismo de subsidio, sino un programa de desarrollo. Contemplaba que utilizáramos el financiamiento a largo plazo y bajas tasas de interés mayormente para llevar a cabo proyectos socioeconómicos, a fin de echar las bases de un crecimiento sostenible y equitativo.

Ese proceso incluía la construcción de escuelas y hospitales, la formación de técnicos, el fomento de fuentes alternativas de energía, la conservación del medio ambiente, la reforestación de las cuencas de los ríos y la ampliación de puertos, redes de carreteras, capacidad de refinación de crudo y otras obras de importancia estratégica.

Y ofreció a Venezuela como mercado para productos dominicanos, especialmente agrícolas, pues estaba consciente de que debía facilitarnos el pago de la deuda petrolera y estimularnos a invertir en la producción de bienes de consumo básico.

Es posible que el trato que Chávez nos dio fuese demasiado tolerante, pues la República Dominicana no hizo nada de lo que Petrocaribe implicaba. El gobierno dominicano no especializó los recursos del financiamiento, lo que significa que igual pudo usarlos en subsidiar la electricidad o en mantener sus nóminas de políticos y gastos corrientes. No fomentó la producción, no formó recursos humanos y desvirtuó el destino de obras donadas por los venezolanos.

Con una menor tolerancia, quizás Chávez habría reclamado a la República Dominicana un mejor comportamiento, pero no podemos culparle porque hayamos malgastado los recursos, y debamos ahora a Venezuela más de tres mil millones de dólares con pocos logros que mostrar.