Comienzo de los dos años

En los años en que no hay cambio de gobierno, la llegada del 16 de agosto propicia que analistas y medios de comunicación hagan recuentos de la labor llevada a cabo por las autoridades. En esta ocasión la mayoría de los comentarios revelan la opinión de que esa labor ha sido satisfactoria.

Entre los puntos positivos se mencionan la reducción del déficit fiscal, la renegociación con la Barrick, el interés del presidente por enterarse de los problemas, el nivel moderado de la inflación y los programas de créditos a productores.

Podría añadirse que el gobierno empieza hoy sus dos años más productivos.

Su primer año fue un duro período de ajustes, pues reducir gastos, aumentar impuestos e imponer disciplina no es un trabajo fácil ni agradable, aunque haya sido ayudado por un incremento en la deuda pública y por los bajos intereses prevalecientes en el mercado financiero internacional.

Su cuarto año será de campaña electoral, en la que estarán en juego el Congreso y la Presidencia, y tendrá menos oportunidades de impulsar nuevos proyectos e iniciativas, sobre todo si no hay reelección de por medio.

Eso deja al gobierno con los próximos dos años para hacer frente a desafíos estructurales formidables. El sistema de energía eléctrica sigue siendo una enorme retranca para el progreso. La carga tributaria está mal distribuida. La informalidad no da señales de disminuir. La competitividad de nuestras empresas es baja. Mejorar la educación requiere mucho más que construir escuelas. Bajos coeficientes de ahorro e inversión dificultan crear empleos. Y podríamos seguir con una larga lista de dificultades.

El éxito del gobierno dependerá de sus prioridades. Debe saber que no podrá resolver todos los problemas, por lo que enfrentarlos por igual sólo diluiría su capacidad de actuar. Tendrá éxito si selecciona unos pocos y les cae encima, con todos los medios y mecanismos a su disposición.

Gustavo Volmar