Loma de la discordia

No hay argumentos que valgan. Quienes se oponen seguirán opuestos, y quienes lo apoyan continuarán haciéndolo. Y para el Presidente fue una decisión de cuyo costo político le será difícil escapar. El gobierno se mantuvo alejado en el proceso, para tener ahora que observar una ley aprobada abrumadoramente por los senadores, devolviéndosela con argumentos jurídicos, ecológicos y financieros, que ellos deberían haber tenido en cuenta, lo que implica una censura a la forma como la aprobaron. Y les exhorta a que en lo adelante se abstengan de hacer algo parecido en cualquier otro caso, mientras no exista una ley de ordenamiento territorial que paute el uso del suelo para esos fines.

Se habla de indemnizaciones que harían estremecer las finanzas públicas del país, de graves consecuencias sobre el derecho de propiedad, de pérdidas de inversiones y varios otros perjuicios dramáticos.

Del otro lado se mencionan consecuencias igualmente apocalípticas, que afectarían a ríos, bosques y personas, todo por unos magros ingresos que no alcanzarían para reparar los daños.

Los asuntos ambientales despiertan grandes pasiones en todo el mundo. Son una mezcla explosiva de ingredientes, con un sentido de irreversibilidad que se combina con un elemento de insensibilidad y codicia, a lo que se añade un toque de defensa del patrimonio nacional. No ayuda a la ponderación ecuánime del tema que las compañías mineras, o de explotación maderera si ése fuese el caso, sean por lo regular multinacionales a veces más poderosas que el propio Estado, prestas a distribuir presiones o favores, según convenga a sus intereses.

Un estudio cuidadoso de impacto ambiental es necesario, pero su propia elaboración sería objeto de debate. En el punto en que nos encontramos, habría espacio para dudas respecto de su objetividad, y es difícil que sus conclusiones no sean rebatidas por otros estudios que digan lo contrario.

Gustavo Volmar