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Confinamiento forzoso

A pesar de la esperanza de una vacuna efectiva, de que el virus no ha cambiado mucho, de que no se transmite por el aire y de que su difusión mundial es improbable, los países afectados por el virus de Ébola están sufriendo graves daños económicos.

El principal costo involucrado no es el de los US$600 millones que la semana pasada estimó la Organización Mundial de la Salud eran necesarios para combatir la enfermedad. El mayor costo está en la pérdida de productividad laboral, horas de trabajo, paralización de instalaciones agrícolas e industriales, cese de actividades recreativas, disminución del intercambio comercial y dislocación de los sistemas de transporte y distribución de productos. Dado que la enfermedad está todavía en expansión, no se dispone de pronósticos definitivos en cuanto a su eventual costo final, pero se anticipa será de miles de millones de dólares, y puede involucrar 2% o más de PIB de las zonas afectadas.

Las propias medidas tomadas para impedir la difusión del virus implican altos costos económicos. En Sierra Leona poblados enteros fueron puestos en cuarentena, al estilo de los campos de concentración nazis o de la forma como se aislaba a los leprosos siglos atrás. Todo intercambio de bienes con esos poblados fue suspendido, y la actividad económica se detuvo. Pero como esa medida no dio los resultados esperados, el gobierno decidió que durante cuatro días, del 18 al 21 de septiembre próximos, la población deberá permanecer confinada en sus hogares en todo el país. Nadie podrá salir de su casa durante ese lapso, a fin de evitar más contagios y permitir al personal médico detectar y aislar los nuevos casos.

Desde marzo han muerto 2,104 personas por causa del virus en África Occidental. Para nosotros aquí es una noticia secundaria, muy por detrás de Loma Miranda, los atracos o los vientos políticos que soplan. Para los países afectados es una muy dura realidad.