Fuera, pero no ausente

En pocos días pasó de no estar en la contienda a ocupar el primer lugar en las encuestas. Pero tan rápido como subió empezó a bajar, dejando el primer puesto para ocupar el segundo hace menos de quince días, Y terminó fuera de la competencia para la segunda ronda de votación. La historia de Marina Silva, destacada defensora del medio ambiente, servirá de testimonio acerca de cómo el apoyo del sector empresarial privado fue un asunto de probabilidades.

Cuando el candidato de su partido, rezagado en un lejano tercer lugar en las encuestas, falleció en un accidente de aviación, ella lo sustituyó y de inmediato empezó a subir en las intenciones de voto, en parte como reacción solidaria por el infortunado imprevisto.

El sector empresarial, que hasta entonces había estado respaldando a Aecio Neves, observó el auge de Silva y decidió que era su mejor opción contra la presidenta Dilma Rousseff, por quien no tiene especial simpatía. No importó que el partido de Neves fuera más cercano a los principios de libre mercado que el de Silva. Si ella era la que podía ganarle a la presidenta, a ella era que había que apoyar. Pero cuando Silva empezó su estrepitosa caída, Neves volvió a ser el preferido del sector privado. Terminó en segundo lugar con 33.8% frente a 21.3% de Silva.

Rousseff es actualmente favorita para ganarle a Neves en la segunda vuelta, 48% contra 42%, y ella planteará la elección como una disyuntiva entre la élite y el pueblo, para lo cual apelará a los éxitos de su partido en crear empleos y reducir la pobreza, en especial durante el gobierno de su predecesor.

Pero si bien está en lo personal fuera de la contienda, Silva puede ser quien decida el ganador. Si permanece neutral, como hizo cuando terminó tercera en el 2010, sólo el 60% de sus partidarios votaría por Neves y Rousseff triunfaría. Pero si apoya formalmente a Neves, el resultado de la votación podría cambiar.

Gustavo Volmar