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Voces ausentes para el Banco Central

En el reparto de las asignaciones presupuestarias suele haber expresiones de inconformidad. Quienes reciben menos de lo que solicitaron, o de lo que leyes anteriores les habían otorgado, encuentran aliados que les apoyan en sus aspiraciones.

Pueden ser ellos sindicatos obreros, agrupaciones profesionales, partidos políticos, organismos sin fines de lucro, sectores empresariales u otras de las voces que intervienen en el proceso. A veces consiguen un aumento y a veces no.

Llama la atención que esas voces no hayan reaccionado ante el hecho de que la asignación que por ley debe recibir el Banco Central (BC) sólo se cumplirá a medias en el 2015, siguiendo la pauta de presupuestos anteriores. Es como si la falta no tuviera la importancia necesaria para despertar inquietudes.

La partida de gastos vinculada al BC corresponde a intereses sobre valores entregados a esa institución para fines de su capitalización, en esencia para resarcirla por las pérdidas derivadas de su desempeño como ejecutor de la política monetaria de la nación.

En lugar del porcentaje del PIB que la ley estableció, el cual aumenta año tras año, se le ha estado manteniendo en un 0.7% del PIB. Pero ante las perentorias necesidades de educación, salud, infraestructura y demás renglones que el presupuesto debe atender, pocos colocan al BC entre las prioridades más relevantes, y no se les ocurre salir a reclamar que se le otorgue lo que le corresponde.

Se pasa por alto, sin embargo, que las pérdidas del BC que no son compensadas con recursos presupuestarios terminarán como quiera siendo pagadas por el país, aunque ese pago se posponga para más adelante por vía de un aumento progresivo en el monto de la deuda del BC.

Preferimos a veces evadir la realidad, en este caso creyendo que haber mantenido la estabilidad cambiaria en presencia de graves desajustes fiscales y financieros no tuvo un costo que es inevitable enfrentar.