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Producción de la OPEP

Los países exportadores de petróleo están preocupados por el declive del precio de su producto, pues 20% en pocos meses es una caída aparatosa, aún para los que mayor resistencia y vitalidad exhiben.

La solución, según Venezuela y algunos otros, es sencilla: hay que reducir la producción para que los precios suban. Pero no todos los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo piensan del mismo modo.

La historia de esa organización es que cuando se acuerda bajar la oferta, los disidentes se benefician. Le sucedió así a Arabia Saudita, la cual en ocasiones asumió la responsabilidad de reducir sus exportaciones para hacer aumentar el precio, sólo para ver que otros productores elevaban las suyas, cosechando grandes beneficios y capturando mayores cuotas de mercado.

Aunque no posee las mayores reservas de crudo, Arabia Saudita es el mayor productor en la organización y en esta oportunidad no está dispuesta a cometer el mismo error. Los sauditas, con el apoyo de Kuwait, consideran que en las actuales condiciones de mercado, en las que el petróleo de esquisto estadounidense está a punto de transformar la composición de la oferta mundial, no procede maniobrar para elevar el precio, lo que estimularía otras fuentes alternativas de suministro.

La decisión implica desistir del objetivo de mantener el precio del barril cerca de los US$100, y dejar que descienda a un nivel cercano a los US$80 que no haga atractivas las inversiones en esas otras fuentes.

Tal razonamiento no es del agrado de los venezolanos. Inmerso en una escasez de divisas resultante de sus manipulaciones cambiarias, y habiendo descuidado las inversiones en su capacidad de producción de petróleo, el gobierno de Venezuela ve un incremento de los precios como su mejor opción.

Ante la crisis económica por la que atraviesa, lo que pueda pasar después con la distribución del mercado es algo secundario.