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Salarios y ayudas

Aunque el incremento fue considerado insuficiente por los representantes sindicales, ya el debate acerca del salario mínimo quedó atrás, luego de la fijación de su nivel decidida para poner fin al interminable proceso de discusión. A pesar de eso, el tópico de los salarios en general sigue vigente.

Más significativo que ese debate hubiese sido una evaluación de las causas por las que un segmento importante de nuestra población no puede cubrir sus necesidades por sus propios medios, al ser sus ingresos insuficientes para poder adquirir los bienes y servicios que requieren para vivir. Que esa insuficiencia existe se desprende de las actuaciones de los propios organismos públicos, ya que han considerado necesario establecer todo un conjunto de programas de ayudas que abarcan desde asignaciones de tarjetas de solidaridad a subsidios en alimentos, combustibles y electricidad, más los repartos de productos y las contribuciones a obras sociales.

En la economía, pocas cosas son gratuitas, sin embargo, y en el caso de esos programas alguien tiene que pagar su costo. Se diría que el gobierno lo hace, pero éste en realidad recibe el dinero de quienes pagan los impuestos, entre los cuales están las mismas empresas que resistieron exitosamente los reclamos salariales de los sindicatos de trabajadores.

En cierto modo hemos estado cambiando una economía de ingresos más equitativos por una economía de ayudas sociales, con graves consecuencias sobre la eficiencia en el uso de los recursos y la idoneidad de las señales que envía el sistema de precios. Se ha preferido pagar al Estado para que cree mecanismos de subsidio, lo que políticamente conviene a los gobiernos, en lugar de dejar de sustentar las actividades económicas sobre la base de salarios bajos, lo que hace que parte del incremento registrado en la productividad laboral sea desviada hacia el sostenimiento de esos esquemas de beneficencia.

gvolmar@diariolibre.com