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Kennedy y la Transición Dominicana

Tras la muerte de Trujillo, un informe evaluativo de la CIA fechado el 12 de julio de 1961 identificó tres fuerzas fundamentales en el país: 1) El gobierno de Balaguer, visto como el resultado de una mutual complementaria de Ramfis, encarnación simbólica de la familia Trujillo y garantía de la unidad de las fuerzas armadas, y Balaguer, titular civil del poder político interesado en promover una apertura democrática; 2) La extrema izquierda representada entonces por el MPD, cuyo peso sería sobrevaluado por los reportes de inteligencia de esos primeros meses; 3) La oposición liberal identificada en ese documento con el PRD, cuya avanzada había llegado el 5 de julio. Con la salida pública de UCN y el anuncio de conversión en partido del movimiento 14 de Junio, estos dos actores -especialmente el primero- figurarían en el elenco de fuerzas básicas en los enfoques americanos.

La administración Kennedy trabajaría a fondo para respaldar a Balaguer en la ejecución de un programa de liberalización progresiva del régimen (designación de un gabinete respetable, permisión de actividades políticas opositoras, libertad de prensa, disolución del SIM y el Partido Dominicano, la CTD y el propio Congreso, para dar paso al Consejo de Estado). Pronto, Balaguer definiría a su gobierno como de transición, cuyo objetivo principal sería organizar elecciones libres supervisadas por la OEA en mayo del 62. Paralelamente, EEUU buscaría la adopción de medidas restrictivas de las actividades comunistas. Presionaría a Ramfis para sacar a Negro y Petán, desmantelar los cuerpos irregulares de represión (Cocuyos, Jinetes del Este, Paleros) y producir el traspaso de los bienes de la familia -particularmente los azucareros- a una fundación o fideicomiso cuyos beneficios irían a favor de la población. La CIA proponía la formación de cooperativas.

Sobre la oposición moderada, el Informe indicaba respecto al PRD: "La política norteamericana debe dirigirse a tratar de fortalecer tanto a Balaguer (si prueba sus buenas intenciones) como al PRD, buscando llevarlos a una alianza, o en su defecto, persuadir a Balaguer y a Ramfis para que abdiquen a favor del PRD". Al surgir UCN -nucleada en torno a prestantes profesionales y hombres de negocios- y con el liderazgo alcanzado al encabezar la lucha contra los "remanentes del Trujillato" (Ramfis, sus tíos y Balaguer), EEUU intentó moderar la intransigencia antitrujillista de sus dirigentes, evidenciada en la desconfianza ante las medidas del binomio Balaguer-Ramfis y su verdadero calado democrático. Rasgo que llevó a John Bartlow Martin -en su Informe Confidencial a Kennedy de septiembre del 61- a consignar: "en la actualidad, la UCN sólo tiene un programa: deshacerse de los Trujillo". Y ciertamente lo logró. Deshaciéndose, luego, también de Balaguer.

En relación al 14 de Junio, considerado de oposición moderada, las expectativas americanas eran más modestas. El Informe Martin ponderaba las condiciones extraordinarias de liderazgo de Tavárez Justo: "es un ídolo nacional y un mártir viviente". "Él y su 14 de Junio tienen un atractivo personal que ningún otro partido posee". Sin embargo, apuntaba que un grupo de jóvenes con inclinaciones izquierdistas parecía influir sobre el líder. Colocaba sus esperanzas en Fernández Caminero, doblemente dirigente de UCN y del 14 de Junio, para sustraerlo de dicho curso.

Finalmente, la posibilidad de un golpe de Estado del MPD o de una invasión castrista, era contemplada como una alternativa ante la cual EEUU se dispondría a emplear la intervención directa, opción que le sería comunicada al presidente Balaguer. Como se sabe, tras la muerte de Trujillo, la flota norteamericana fue movilizada en función preventiva. A pocas horas de este hecho, el Comandante en Jefe de la flota del Atlántico informó a sus oficiales: "La situación en la República Dominicana puede requerir una intervención, con poco aviso previo, en el futuro cercano". Como recomendara Richard Goodwin al presidente Kennedy, en octubre de 1961, EEUU debía "negociar con Ramfis bajo la sombra de la flota norteamericana".

Expediente empleado con efectividad a mediados de noviembre de ese año, cuando Héctor y Petán regresaron, Ramfis enrumbó hacia Europa -cometiendo antes el cobarde asesinato de Hacienda María- y la liberalización corrió peligro de zozobrar en una "noche de los cuchillos largos". En la madrugada del 19, frente a la costa de Santo Domingo, se desplegaron los buques de guerra americanos participantes en la "Operación Gaviota". Esta presión, el levantamiento militar de Rodríguez Echavarría en Santiago, el papel jugado por el Cónsul Calvin Hill -descrito por Balaguer como "una especie de Agente Secreto, que se había distinguido en el desempeño de misiones difíciles en distintos países"- y la propia entereza de Balaguer, frustraron lo que pudo ser un grave retroceso en el proceso de democratización.

La obra Kennedy y los Trujillo aporta documentos inéditos de los archivos norteamericanos y dominicanos. Emplea la prensa local y de EEUU, testimonios y entrevistas a personas claves en los episodios narrados. Aprovecha la fuerza expresiva de la fotografía y la caricatura política bajo el diestro pulso de Miche Medina. Nos sitúa en la sordidez espantosa postrera del régimen de Trujillo, aislado internacionalmente y entregado a los desafueros provocadores de Johnny Abbes y su tenebroso SIM. Muestra la endemoniada campaña contra la Iglesia y sus obispos, ya en la prensa, en mítines del Partido Dominicano y los soeces insultos por Radio Caribe. Nos ubica en la movida del acercamiento a Cuba y a la Unión Soviética. Detalla el involucramiento americano en los planes para liquidar a Trujillo.

Ilustra la sofisticada labor de cabildeo que Trujillo y sus agentes desplegaron en EEUU a través del columnista social Igor Cassini y el playboy Porfirio Rubirosa, con acceso al padre del presidente Kennedy y a otros miembros del clan familiar. Revela la meritoria labor encaminada por un grupo de dominicanos radicados en Washington -los hermanos Gianni y Felipe Vicini, Donald Reid Cabral, Alfredo Lebrón, Antonio Bonilla Atiles, Arturo Calventi, José R. Puig, Andrés Freites- junto al exiliado nicaragüense Pancho Aguirre, autores del Plan Altagracia destinado a remover a Ramfis y a Balaguer, a destrujillizar las instituciones y la economía, y a prohijar un gobierno basado en la oposición interna. Evidencia el gravitante rol consultivo y de veto que el gobierno de Kennedy concedía a Betancourt y a través suyo a la izquierda democrática en la formulación de la política regional y hacia República Dominicana.

Sitúa a Ramfis y a Balaguer en una dimensión más exacta de sus respectivos roles, tanto al dar a conocer el Memorándum que Ramfis enviara a Washington con la intención de minar la confianza en Balaguer, como a través de opiniones recogidas por Saillant, secretario particular de Ramfis, en sus memorias. Ofrece la cadencia de la política americana hacia el país mediante documentos fundamentales que se reproducen y las misiones encomendadas a emisarios como el veterano diplomático Robert Murphy, el Cónsul Calvin Hill, el embajador ante la OEA DeLesseps Morrison, George McGhee y el futuro embajador en el país, John Bartlow Martin, cuyo Memorándum sería decisivo en la redefinición de la política dominicana de la administración.

Un balance final de los hechos narrados y analizados en esta obra de Bernardo Vega, nos remite al siguiente colofón. De las estrategias ejecutadas por los principales actores de esa etapa de nuestra historia, cuatro resultaron exitosas en su momento.

EEUU apuntaló la transición, tal como lo había previsto, salvando en cada oportunidad sus objetivos a corto y mediano plazos sin arriesgarse a un control comunista, propiciando instituciones democráticas. Lo que Vega llama Plan Kennedy. UCN capitaneó, desde la oposición, la transición. Marcó el ritmo a las principales acciones de presión nacional e internacional que se hicieron sobre Ramfis y Balaguer. Esbozó el plan del Consejo de Estado y lo suplió con figuras proclives a su grupo, los dos sobrevivientes del magnicidio y un obispo, tras la huelga que pregonaba Navidad con libertad. Con Morales Carrión y Calvin Hill negociando una solución in situ y JFK presionando desde Fortaleza el 15 de diciembre. Fue exitosa en provocar la salida de los Trujillo y luego de Balaguer.

El PRD con Bosch a la cabeza orilló sabiamente la confrontación directa con Balaguer y Ramfis. No enfatizó en la destrujillización de las FFAA y la administración pública. Dirigió su acción hacia la organización de una maquinaria partidaria nacional con miras a ganar las elecciones y a la educación democrática de las masas, movilizándolas por reformas sociales vía las charlas radiales de Bosch. Desarrolló una estrategia exitosa durante el 62: ofreció refugio a las bases políticas de masas trujillistas (el campesinado y los sectores populares urbanos), donde se residenciaba el voto mayoritario. Tendió ramo de olivo a los militares, temerosos de la vendetta cívica. Ganó las primeras elecciones libres, los comicios fundacionales de la etapa democrática y estructuró una organización que sobrevivió a la salida de su líder máximo en 1973.

Balaguer jugó magistral su papel. Buscó mutar políticamente y sobrepasar las contingencias del momento. Su rol fue más difícil dada la sobrecarga hostil que animaba a UCN, al 14 de Junio y a actores claves como Betancourt, Figueres y Muñoz Marín. Su habilidad le permitió sortear la situación hasta convertirse en presidente del Consejo de Estado, dominado por la oposición. Aplicó el Plan Kennedy. Hizo inversiones a futuro que luego, cuando los planes de contingencia se concretaron en 1965 y las circunstancias lo situaron en territorio dominicano, aprovechó hasta la saciedad. Redituando con creces su inversión. Todavía en julio de 2002, en lecho terminal, con un apretón de mano restauró la reelección.