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Lecturas

Magda Florencio en la noche y en el día

"En la vida uno pasa por momentos buenos y malos, alegres y tristes, y yo quiero compartir con ustedes algunos de esos momentos maravillosos". Esto dice Magda en su libro. Al leerlo se recupera con alegría cada una de esas historias, digo yo. Son hechos contados con palabras chistosas unas veces, abriendo puertas y ventanas de personas importantes y otras que no lo eran, unas ridículas, mujeres hermosas, y un sinfín de personajes en los que La Florencio entraba en sus situaciones sin decir esta boca es mía, pero que al escribir sobre sus errores, su prepotencia o su buen actuar, lo hacía de una manera tan simpática que todos esperábamos Noche y Día para reír cada tarde y dejar a un lado las noticias negativas, de muerte, prisión, etc. Su primera noticia fue el secuestro de Altagracia Bautista de Suárez (Doña Tatá), a quienes muchos consideraban simpática, y era odiada por un grupito de mediocres, y esto hizo de Magda una reportera penetrante. Ahora, muchos de esos artículos, fotos incluidas, nos hacen volver a un pasado de risas y penetrante en algunas ocasiones. Me he reído hasta con lágrimas, recordando la sincera y eterna amistad con Magda Florencio.

Y al leer Cautiva, de Carla Rojas, secuestrada junto a Ingrid Betancourt, por guerrilleros colombianos, uno se queda pensando cómo pudieron sobrevivir en la selva, cómo soportaron la indigencia, el aislamiento, el riesgo, cómo actuaron los demás cautivos al saber de su embarazo, y aunque ella cuenta todo, queda presente la barbarie, los largos años de cautiverio, dormir en el suelo con hojas por cama y rodeada de hormigas de más de una pulgada, de avispas, serpientes y toda clase de animales. También nos cuenta del secuestro de su hijo, el traumatismo que sintió, la tentativa de evasión y su alejamiento de Ingrid Betancourt. Y se supone, al leer lo que ella dice en este libro, (aunque ella con todo su derecho no lo dice) que el padre de su hijo fue un dirigente de los más importantes de las FARD.

Volví al pasado también con una sonrisa al leer Remembranzas de mi Vida, de Héctor González Núñez, un mocano muy especial y muy querido, en el que cuenta su origen de pobreza y cómo al trabajar, aún siendo un niño, en una fábrica de cigarros, le pagaban 25 centavos semanales, los cuales daba a una de sus hermanas para que hiciera dulce de maní que él mismo salía a vender. Aquí uno conoce a un hombre trabajador y honrado que pasando por sus años de juventud ha llegado a vivir una vida digna.

Como usted ve, querido lector, estimada lectora, al leer una vive episodios ajenos que se hacen nuestros con los recuerdos ajenos y nos hacen reflexionar, reír, disfrutar y volver a vivir lo que pasó en las noches y en los días.

Punto y aparte: Ya estoy de vuelta en Denver con todas las imágenes de mi patria querida y el corazón y el alma florecidos. Sólo me hace falta que Loma Miranda sea declarada parque nacional.

Denver, Colorado.

Al leer, una vive episodios ajenos que se hacen nuestros con los recuerdos ajenos, y nos hacen reflexionar, reír, disfrutar, y volver a vivir lo que pasó en las noches y en los días.