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Sabrosos fines de semana

Hace calor, aquí y allá. El sol entra de repente despojando las brumas de la noche. Los grillos cantan. Hebras amarillas van entrando por la ventana y forman un manto de riqueza. Uno se va desperezando lentamente como si correspondiera a una danza ancestral. Son las siete de la mañana de un sábado que con puntualidad nos dice que tenemos que abrir los ojos. ¿Y tú querido lector, estimada lectora, a qué hora te despiertas? El fin de semana no tiene la prisa de otros días. Con él viene el silencio y una luz anaranjada que es distinta a la de otros días. Son dos días engalanados que ofrecerán una vitalidad hermosa e indefinida sensación corporal. Árboles de almendros y robles, acacias y flamboyanes, guanábanos y cerezas y miles más y más.

Un cafecito caliente, mezclado con nuez moscada, clavo dulce y canela, nos pone en contacto directo con ese par de días que van creciendo en la íntima conversación con lo Alto que ha ido tocando las puertas de un mundo donde solo lo divino tiene vida. Luego, encender velas olorosas de colores, incienso y flores, junto a la mirada de los familiares y amigos que ya han cruzado la frontera de otra vida, es sentir armonía, goce interno y una sonrisa que envuelve el alma y se aloja en el corazón.

Después la música. Canciones que nos hacen revivir un tiempo ya pasado. La bañera rebozada de espumas que dan los aceites aromados y con ella nos sentiremos que este par de días nos llevará a cumbres de placer. Es un lujo. Un lujo de cosas sencillas que reconfortan la vida y nos hace pasar días bonitos. Así serán los días que nos quedan por vivir. Y luego pasar un gran momento con una amiga del alma, un amigo solidario, será un medicamento compuesto de risas y palabras semejantes a comidas sabrosas. Y así, es posible, que cada lunes no nos maltraten las prisas propias y ajenas. Porque en nuestro país, lleno de dimes y diretes, de asaltos y robos, de crímenes y feminicidios, de políticos que creen ser los enviados de los dioses, es necesario tomarse un par de días de reposo para que no se nos rompa el corazón al enterarnos de tragedias, de que no hay quien tiene algo de comer, de que los niños andan en las calles haciendo lo que no deben hacer. Hay que hacer sabrosos los fines de semana, ver el cielo al levantarse, pedirle a Dios que nos dé lo mejor de nuestras vidas y hasta dormir una siestecita arropada con el viento.

Punto y aparte: La anterior semana, que pudo ser sabroso, el presidente Danilo Medina cumplió dos años en el Poder. Ha hecho cosas muy buenas. Pero, ojalá que de ahora en adelante, se ponga la mano en la cintura, se tongonee, mire con fuerza a los traidores, dé boches, y sobretodo que tire a la basura a quien tiene que tirar. Hemos estado esperando, todos los ciudadanos, de aquí y de allá, que antes de irse del Poder deje la casa limpia, sin tantos “chikungunyos” que, como los mosquitos hacen sentirnos muy mal. A pesar de los pesares, deseo que continúe haciendo lo bueno que hasta ahora ha hecho.

Hay que hacer sabrosos los fines de semana, ver el cielo al levantarse, pedirle a Dios que nos dé lo mejor de nuestras vidas y hasta dormir una siestecita arropada con el viento.