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Muerte de Filareto es un misterio de más de siete décadas

La única hija en el país del alemán Heinrich Golberg (conocido como Filareto) prefiere no hablar del tema

MOCA. Unos 73 años han pasado ya del asesinato en Moca de Heinrich Goldberg, mejor conocido como Filareto Kavernido, un médico alemán, de ascendencia judía, cuyas ideas de libertad y peculiar forma de vida, no sólo lo sacaron de las tierras en las que se refugió en ocasiones, sino que le costaron la vida.

Saliendo de Berlín, donde nació en Weibensee, en 1880, Filareto recorrió varias ciudades en las que dirigió "comunas", incluyendo en el país, donde murió abatido a balazos, en las lomas de Arroyo Frío, en Jamao, Moca.

Un "hippie" fuera de su tiempo

Siendo médico y escritor, aquel hombre de pelo largo y barba espesa, llevó hasta su muerte una vida primitiva, al estilo de las cavernas, en donde las leyes y normas sociales no tenían cabida. Creía en la libertad, que desde su modo de ver, era poder moverse de un lado a otro sin más equipaje que un poco de comida, o poder soportar las restricciones de ropa, comida y demás comodidades, pero manteniendo siempre la consideración por las demás personas.

Así se desprende de los escritos de Filareto que aparecen en Internet y fue así como vivió en Moca, a donde llegó en 1929 con un contrato de colonización. Aunque debía dedicarse al trabajo de la tierra, el extranjero ocupó su tiempo en el país dando asistencia médica a cuantos la necesitaban, obteniendo a cambio las escasas provisiones alimenticias que en ocasiones le dejaban sus pacientes, según lo recuerdan las pocas personas vivas que tuvieron contacto con aquel médico alemán.

Lo que tal vez no sospechó Goldberg, era que esos favores, o quizá su forma de ser, libre y despreocupada, serían las causas que impulsaron la ira de aquellos que, como ladrones en la noche, llegaron hasta lo escondido de su morada entre las lomas y le descargaron sus armas hasta exterminarlo.

Su muerte es un misterio

Pese a los años que han pasado desde entonces, todavía las causas que provocaron su muerte, así como las personas que tramaron y ejecutaron aquel asesinato la noche del 16 de mayo de 1933, siguen siendo un misterio, que quizá ya se llevaron a la tumba.

Para muchos, Filareto fue una víctima más de la dictadura de Trujillo, por las críticas que hacía de las ejecutorias del régimen, pero no faltan las versiones que atribuyen el asesinato a un asunto de celo profesional entre los galenos de la zona Norte, o que se trató de una muerte pasional. Aunque sin nombres específicos, se habla de "personas adineradas de Moca" que pudieron tener interés en exterminarlo, por cualquiera de las tres razones expuestas.

En cualquiera de los casos, no existen pruebas hasta el momento que sustenten estas versiones. Además de los comentarios, en Moca sólo quedan recuerdos y la casa de dos niveles, construida en madera sujetada con tornillos que se construía Filareto al momento de la tragedia.

Uno de los pocos testigos que de la época sobreviven es Esperoza Maite, una de cuatro hijos que procreó Goldberg con su esposa Mally Michaelis. A su más de 80 años, la señora mantiene la voluntad de su madre de no referirse a lo acontecido.

"Mi padre falleció y a nosotros se nos prohibió desde entonces hablar del tema. Crecimos sin escuchar nada de él. Nunca se mencionó ese tema y quisiera que se respetara", comenta Esperoza con un tono que más que descontento denota sorpresa, al saber que alguien se interese de un asunto casi olvidado para ella. Para nosotros fue en accidente y siempre cuando alguien me pregunta eso es lo que le digo", dice.

Esperoza Maite, quien reside en la actualidad en esta capital, tenía ocho años al momento de la muerte de su padre, y aunque nunca hablaron de aquello, recuerda que su madre ni siquiera acudió a las citas policiales a las que la llamaban, y que nunca comentó el caso "ni para bien, ni para mal". Con esta frase vuelve a cerrar el cofre donde guarda con celos la voluntad de su progenitora.

Los recuerdos de Hilda Schott

Menos comprometida, aunque tratando de no lacerar la decisión de la familia de Goldberg, la señora Hilda Schott se anima a contar algunos de sus recuerdos. "Esa fue una muerte estúpida, porque ese hombre lo único que hacía era bien, operar y sanar a las personas sin cobrarles. Fue una muerte estúpida y extraña, pero así era que actuaba Trujillo", dice con tono de resentimiento Schott, cuyo padre se consideraba uno de los mejores amigos de Filareto en Moca.

Schott, de 84 años y con una postura tan erguida como le permite la edad, se recuesta en el espaldar de su mecedora y cuenta, como si se lo confiara al techo, las visitas vespertinas de Filareto a casa de su padre, el señor Smith Schott. "Era un hombre de pelo largo, con barba, y recuerdo que le gustaba cabalgar junto a su esposa Mally. Él venía a nuestra casa y pasaba horas hablando con mi padre, que también era alemán". También recuerda la cantidad de personas que llegaban desde Alemania a la comuna en busca del "paraíso" que les describía Filareto en sus escritos. "Venían muchas personas y cuando llegaban se encontraban con este campo sin nada y con esa casa pequeñita en que vivían. Que no sé como entraban todos".

Dice que pese a que Goldberg era un hombre muy inteligente, de grandes ideales sociales y amante de la libertad, era a la vez "muy raro, pues siendo médico, nunca alfabetizó a sus hijos".

La señora, sobrina del ex presidente Horacio Vásquez, y que durante los años de juventud se desempeñó como jueza, profesora y fiscal en Moca, cuestiona que, viniendo Filareto de una familia alemana adinerada, y siendo un médico excelente, como lo califica, se adaptara a vivir en la pobreza, entre las piedras, a merced de la caridad de las personas del pueblo.

Ramón Henríquez, un señor de 78 años que ahora vive junto a su familia en un terreno que antes perteneció a Filareto, recuerda que "era un gran hombre. Hacía salami para darle a la gente, y era el médico de todos los pobres de esta zona".

Henríquez, al igual que la mayoría de las personas de Arroyo Frío, que escuchó hablar sobre "aquel personaje", atribuye su muerte a la dictadura de Trujillo.

"Al Filoreto lo mató el gobierno de Trujillo, porque era un hombre muy inteligente y usted sabe que al gobierno no le gustaba eso", expresa. Otros piensan que la muerte pudo estar relacionada con algún problema pasional, derivado de la forma libre que tenían en su comuna del matrimonio, y que le permitía a la pareja tener otros compañeros.

Fuera de su tiempo

"Era un hombre de pelo largo, con barba, y recuerdo que le gustaba cabalgar junto a su esposa Mally. Él venía a nuestra casa y pasaba horas hablando con mi padre, que también era alemán", dice una testigo.

Se estableció en el país aprovechando una ley que buscaba atraer inmigración calificada en oficios y agricultura, para mejorar los hábitos de trabajo de los dominicanos en aquel tiempo.

Continuará