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"Abril de 1984 representó una ruptura con el mito populista que articuló el PRD"

La autora comenta los planteamientos de su libro, fruto de una tesis doctoral, que estudió el movimiento popular dominicano hasta los años 90

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Abril de 1984 representó una ruptura con el mito populista que articuló el PRD

SANTO DOMINGO. Para Laura Faxas, el movimiento popular dominicano, ése que lucha por las reivindicaciones de las comunidades y los grupos sociales, marcha a la deriva en el país desde la revuelta de abril de 1984, durante el gobierno del Partido Revolucionario Dominicano (PRD).

Ese acontecimiento representó para la socióloga, embajadora del país ante la Unesco, la muerte del mito populista. De ahí el título de su libro "El mito roto", puesto a circular recientemente en el país.

P: ¿Por qué Abril de 1984 es emblemático?

R: El PRD expresaba y sintetizaba una serie de aspiraciones populares, pero esa revuelta y la respuesta oficial marcan una ruptura del PRD con su base social tradicional. Ese proceso había comenzado antes. Hablo de unas primeras huelgas que hubo cuando gobernaba Antonio Guzmán, de la huelga de los telefónicos y la destrucción del sindicato, que era uno de los más importantes.

Esos acontecimientos fueron interpretados como condiciones prerrevolucionarias para una transformación social. Yo demuestro precisamente lo contrario, que ese momento lleva al movimiento popular a su máxima expresión, pero al mismo tiempo se dan paradójicamente las condiciones para su fracaso.

P: ¿Por qué habla del mito populista y la deriva del movimiento popular?

R: Juan Bosch representó un inicio de proyecto populista. Eso no puede concretizarse por el golpe de Estado, y a partir de ese momento, ese proyecto se constituye en una aspiración. Es en ese sentido que yo hablo de mito, una aspiración.

El PRD articulaba como un movimiento de izquierda, que sale cimero después de la guerra de abril y se constituye en uno de los factores más importantes de la oposición al balaguerismo de los 12 años. Ya en el poder, en una coyuntura política donde era muy difícil implementar un proyecto nacional popular -porque eso implica la redistribución social y económica-, el PRD hace una opción que lo lleva a separarse de esa base social y a romper con los elementos que articulaban ese mito.

P: ¿Qué papel juega la izquierda en este proceso?

R: Yo pienso que la izquierda no logró crear un espacio propio y no logró articularse al movimiento popular, a lo mejor mucho más cercano en el caso del sindicalismo -porque tenemos grandes dirigentes sindicales que lograron cierta articulación de la base de un movimiento obrero-, pero en el caso de los sectores populares barriales, que son el actor central en ese momento, no logran articularlo.

P: ¿Cuánto incidió la Iglesia Católica en la construcción de lo popular?

R: Tuvo mucha incidencia; hago un reconocimiento especial a los curas de la teología de la liberación, a Copadeba, Ciudad Alternativa, a los curas jesuitas, al padre Jorge Cela, José Núñez, ese equipo del Centro Bonó, que jugaron un rol central en la dinámica de los barrios; sin embargo, la mayoría de esa gente que hacía trabajo a nivel popular, tiene una dificultad de articularse a lo político y niega lo político, donde se negocian las cosas.

P: ¿Se ha agravado esta situación?, Entonces ¿cómo lograr equilibrio social?

R: Tendría que volver a meterme en el movimiento popular para ver cómo ha cambiado, porque este país se ha transformado.

Hay que ver los cambios a nivel de sistema político donde, más allá de las dinámicas y las propuestas de proyectos políticos, hay un asunto de rentabilidad.

P: ¿Ve la violencia como otra debilidad?

R: Abril del 84 fue una coyuntura de una recurrencia a la violencia, donde el pueblo se lanza a las calles; el recurso a la violencia es cuando tú no tienes ninguna otra vía. Cuando tú recurres a paro o huelga es un mecanismo para hacer presión, pero tu paro es exitoso cuando tú pones a negociar a otros y que tú salgas con resultados en beneficio tuyo.

Lo vemos después de abril del 84 y sobre todo en la segunda gestión del presidente Joaquín Balaguer. Los maestros decían vamos a la huelga, pero él sabía que no iba a durar más de 10 días; él dejaba que fueran a la huelga y después de esos 10 días, en los que ellos no conseguían nada, resultaba un fracaso para el movimiento.

Lo importante de una huelga es la capacidad de negociación y que trascienda la dimensión política, para llegar a cambios en las condiciones de vida"