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El agua que nos queda

Los ríos, cascadas, cañadas y lagos que aún exhibe la República Dominicana podrían dentro de poco ser solo un recuerdo nostálgico plasmado en fotografías viejas

Si bien es cierto que la República Dominicana tiene actualmente una disponibilidad de agua aceptable, de acuerdo con parámetros internacionales, los riesgos acechan por todas partes y si no son enfrentados en lo inmediato, en tan solo nueve años se traducirán en escasez crónica en al menos una de sus regiones hidrológicas.

Esa es la proyección contundente para 2025 del Diagnóstico Plan Hidrológico Nacional del Instituto Dominicano de Recursos Hidráulicos (INDRHI). La región hídrica Ozama-Nizao es señalada como la que sufrirá escasez crónica de agua para el año citado. De hecho, ya presenta una tensión hídrica creciente desde 2005, mientras que la del Yaque del Norte comenzará a recibirla a partir de 2020.

"El país cuenta con agua, pero aunque las cifras globales reflejan un nivel que no es alarmante, cuando se analizan las regiones por separado se ven situaciones de mucha presión", sostiene Rosa Urania Abreu, viceministra de Aguas y Suelos del Ministerio de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales.

La única región hidrológica que no está sometida a ningún tipo de presión es la Atlántica, dice Abreu, "por eso es una cuenca estratégica, porque aunque se ve pequeña aún no ha sido explotada. Hay que cuidarla mucho", advierte.

Por otra parte, el 34 por ciento del territorio está afectado por la desertificación y la sequía (zonas áridas, semi-áridas y semi-húmedas). La sequía se refleja en erosión del suelo, escasez de agua, pérdida de ésta, degradación de la tierra, crecimiento de la pobreza y crecimiento socio-económico desequilibrado.

La capacidad de almacenamiento de agua con la que cuenta el país en casos de sequía extrema equivale al 22.9 por ciento de la demanda total. Esta agua se almacena en 34 presas, pero solo los grandes embalses son los que tienen 90.6 por ciento de la capacidad.

Ese es el indicador de disponibilidad de agua segura, que es el volumen garantizado durante el 80 por ciento del tiempo, que no incluye la que se va por el río o cualquier otra que no se pueda almacenar.

De manera que no se tiene agua segura en todas las regiones. De ahí la importancia de la construcción de embalses, señala la viceministra de Suelos y Aguas de Medio Ambiente.

Agua potable

Por otra parte, el Instituto Nacional de Aguas Potables (INAPA) informa que la cobertura de ésta ronda el 95 por ciento. En tanto, la de alcantarillado está entre el 75 y el 78 por ciento.

En un diagnóstico divulgado recientemente, INAPA sostiene que hará énfasis en la mejoría y ampliación de los controles de vigilancia sobre las fuentes de abastecimiento (ríos, arroyos, presas y campos de pozos) y en las instalaciones públicas llamadas a tratar y conducir el agua que entrega; focalizando los controles sobre cualquier contaminación que ponga en riesgo la salud humana.

Pérdida

Se calcula que la pérdida física y económica del agua potable alcanza el 65 por ciento, mientras que la pérdida del agua de riego, que es el sector que más la utiliza, oscila entre el 10 y el 30 por ciento.

De toda la disponibilidad del agua, el 13 por ciento se usa como potable; el 81 por ciento para riego, y el 3 por ciento, para ecología.

Según explica Rosa Urania Abreu, la eficiencia del uso del agua para riego no alcanza el 30 por ciento, mientras que la pérdida física y económica del agua potable es de 65 por ciento. "Hay una pérdida comercial altísima, de agua que ni se cobra, ni se factura", dice la funcionaria.

Riqueza

En contraste, a República Dominicana se le considera uno de los países que poseen las masas interiores de agua más importantes del Caribe. El territorio es rico en corrientes de agua, tomando en cuenta su extensión, asociada con la complejidad hidrológica de la isla.

Según datos de Medio Ambiente, el país cuenta con 108 cuencas pluviales, que se manejan como regiones hidrológicas para los fines de análisis.

Contexto


Ese es el opaco panorama del recurso agua en la República Dominicana, manejado por instituciones que actúan de manera dispersa y carentes de una Ley General de Agua y una Ley de Servicios de Agua Potable y Saneamiento, que se encuentran en la etapa de búsqueda de consensos.

Mientras, las funciones normativas y de formulación de políticas en el sector agua y saneamiento están fragmentadas en diferentes instituciones que promueven acciones dispersas, sin una dirección y una estrategia bien definidas, lo que genera superposiciones de responsabilidades e incluso choques. A ello se agrega una ciudadanía inconsciente acerca de la importancia de ahorrar y cuidar el líquido, para contribuir a que el panorama se torne de opaco a definitivamente oscuro.

"La capacidad de almacenamiento de agua con la que cuenta el país en casos de sequía extrema equivale al 22.9 por ciento de la demanda total."

"Se calcula que la pérdida física y económica del agua potable alcanza el 65%, mientras que del agua de riego, que es el sector que más la utiliza, oscila entre el 10% y el 30%."

"El 34% del territorio está afectado por la desertificación y la sequía (zonas áridas, semi-áridas y semi-húmedas)."

"El país cuenta con agua, pero aunque las cifras globales reflejan un nivel que no es alarmante, cuando se analizan las regiones por separado se ven situaciones de mucha presión".
Rosa Urania Abreu, viceministra de Aguas y Suelos del Ministerio de Medio Ambiente.