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Debajo del puente de la 17 los moradores viven incertidumbre

Obras Públicas dice que llamará a licitación para la reparación

SANTO DOMINGO. Domingo Morillo ha reparado cuatro viviendas en los últimos tres meses producto de daños por escombros de concreto que han caído del puente Francisco del Rosario Sánchez o de la 17, como popularmente se le conoce.

La más reciente, la casa de Nélcida Santana, la que fue impactada por un saco de despojos que desaprensivos lanzaron desde el citado puente la madrugada del pasado lunes. Los otros incidentes se debieron a la debilidad del puente.

Desde Los Guandules, barrio que comparte con Gualey varias viviendas bajo el puente, se pueden ver los trozos de acero que se han soltado de uno de los lados. Son cuatro los tramos que se ven colgando y se agitan con el paso de los vehículos pesados.

"Es una zozobra de vida la que uno vive", dice Joan Ariel Reyes, "cuando pasan los camiones, los hierros se agitan, y parece que se van a caer".

Morillo avisa que debajo se puede ver a través de las juntas del puente los vehículos pasar. "El concreto que cae es el de las juntas, que se ven peladas por debajo. De noche no se puede dormir cuando pasan los camiones, porque se oye, y en algunas casas se siente la vibración del puente".

El Ministerio de Obras Públicas anunció ayer que próximamente se convocará una licitación pública para la reparación.

En la memoria del barrio todavía está latente la muerte de Eusebio Martínez (1998), cuando un pedazo de metal del puente salió disparado, golpeando la cabeza y eventualmente causando su muerte.

"Uno no sabe a quién le podrá caer", dice Morillo, padre de tres y abuelo de otros tres niños con quienes vive. Del lado de Los Mina hace años que no sucede un incidente. Pero debajo del puente se puede apreciar los baches tapados por las gestiones de Obras Públicas anteriores, la mayoría evidentemente informales, tapados con letreros viales. En total son tres los hoyos en los que se usaron letreros y contados fueron más de nueve.