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“Hay una confusión entre políticas de asistencia social y asistencialismo”

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“Hay una confusión entre políticas de asistencia social y asistencialismo”
Vanda Pignato puso en marcha en El Salvador la experiencia del programa Ciudad Mujer.

SANTO DOMINGO. Vanda Pignato ocupa actualmente el cargo de Secretaria de Inclusión Social en El Salvador. Reconocida y premiada por su activismo en causas sociales, y muy especialmente en las que atañen a las mujeres, Pignato se encargó, desde la llegada de su esposo Mauricio Funes a la presidencia en junio de 2009, de demostrar que no era una primera dama al uso tradicional. Firmemente convencida de que la violencia contra las mujeres exige que los estados pongan en marcha políticas públicas decididas y reformas judiciales profundas, visitó República Dominicana invitada por la vicepresidenta Margarita Cedeño, de la que se lleva más de una idea para “copiar y adaptar” en su país de adopción.

Decidida a compartir la experiencia del programa Ciudad Mujer que puso en marcha en El Salvador, su conversación es generosa, convincente y rotunda.

P. ¿Cómo pueden ser útiles los medios de comunicación a las estrategias públicas contra la violencia de género?

R. Los medios son un aliado fundamental. Un buen ejemplo son los periódicos españoles que visibilizan en portada los hechos de violencia contra las mujeres con un lenguaje fuerte: “violencia machista“, violencia contra las mujeres“… Lo importante es visibilizar, porque hay un velo oscuro que es preciso retirar. La gran violencia contra las mujeres está en el entorno familiar, y es difícil para la familia reconocer esta realidad. Prefiere asumir que es un hecho delincuencial. Los medios deben revelar la realidad de los hechos de violencia.

P. En sus programas públicos, usted combate la mentalidad del asistencialismo.

R. Sí, hay una confusión entre asistencialismo y políticas de asistencia social, las cuales son imprescindibles en países con pobreza extrema. Es una realidad que una de las banderas de las primeras damas tradicionales era el asistencialismo, que tiene como objetivo político electoral hacer campaña. Cuando llega el presidente Mauricio Funes sacamos de agenda el asistencialismo, para hacer políticas de asistencia social, que es clave para la población más vulnerable del país.

P. ¿Y la población que recibía directamente este asistencialismo entendió, aceptó el cambio?

R. Es que el gobierno anterior no dirigía el asistencialismo para toda la población, sino sólo a sus partidarios. Cuando esto se rompió, la población percibió que el gobierno de Funes, y después el de Salvador Sánchez Cerén, dirigían sus políticas de asistencia para todos y todas. La prueba de que lo comprendió así es la permanencia del FMLN en el poder.

P. ¿Los programas que usted ha diseñado en El Salvador han sido efectivas? ¿Han bajado los índices de violencia contra las mujeres?

R. La realidad es que en El Salvador, o en República Dominicana o en Brasil no hay más violencia contra la mujer. Lo que ocurre es que ahora se visibiliza. Las mujeres denuncian más, porque hemos facilitado el acceso de la mujer a la Justicia. Aún no creo que las cifras sean reales. En América Latina todavía la mujer siente miedo y vergüenza por denunciar, no tienen total confianza en el sistema judicial. Creo que por lo menos la mitad de los casos no se denuncian.

P. Es preocupante que las mujeres jóvenes sigan padeciendo índices de agresión tan altos. Parecería que las nuevas generaciones deberían estar más a salvo.

R. Sí, es un problema en todas las edades, también en adultas mayores. Las mujeres jóvenes son las víctimas número uno, porque las jovencitas son el botín de esa guerra que estamos viviendo. La violencia social en El Salvador es el resultado de 20 años de abandono de políticas públicas. ¿Quiénes son los jóvenes que forman bandas violentas? Son los niños y niñas que fueron abandonados por las políticas públicas, sus papás y sus mamás no tuvieron opción y emigraron a Estados Unidos. Estamos viviendo la consecuencia de ese abandono oficial.

P. ¿Y la solución que ustedes proponen?

R. No podemos cambiar esa realidad tan perversa en cinco años. Tenemos que dar oportunidades a los jóvenes, mostrarles que hay otra opción para que su única salida no sea la violencia. Hace unas semanas asesinaron a la funcionaria más joven de Ciudad Mujer, vinieron a matar al mismo corazón de nuestra organización, y una vez asesinada mojaron su camisa de Ciudad Mujer con sangre. El mensaje era claro: “Esto es lo que nos importa lo que están haciendo“. Es el mensaje de la impunidad que prevalece en El Salvador: “Yo puedo matarla y nada me va a pasar“. El gran responsable de que los feminicidios sigan en El Salvador o en cualquier parte es el poder judicial. Si no hay acceso a la Justicia no hay cómo frenar este flagelo.

P. Si el problema es grave y común a toda la región... ¿trabajan los Estados políticas comunes, coordinadas?

R. Yo soy muy crítica con el Sistema de Integración Centroamericana. Falta mucho. Por ejemplo, hay programas que debemos conocer, compartir información. Margarita Cedeño ha hecho un gran trabajo en el área social, y de este intercambio yo me llevo muy buenas ideas que voy a copiar en El Salvador. Como el del programa sobre la Nueva Masculinidad o las Escuelas de la Familia. Debemos conocernos mejor, porque vivimos una emergencia nacional en el área. La violencia contra la mujer es un problema común de salud pública y de seguridad publica. Causa más muertes que el cáncer de mama o el de cérvicouterino o que cualquier conflicto armado.

P. ¿Es usted partidaria de las cuotas para las mujeres en la vida política?

R. Sí, ayudan, aunque no son la solución. En El Salvador se cumplen, pero las mujeres seguimos teniendo poco poder. Tenemos mujeres en alcaldías, pero en las pequeñas. Las grandes alcaldías, las cámaras legislativas, las altas cortes... siguen en manos masculinas, se disputan entre candidatos hombres. Es labor del gobierno empoderar a las mujeres, porque ellas sí quieren participar en política. Estamos en la base, pero conforme se avanza, la pirámide del poder se va masculinizando.