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Mercado informal de haitianos en Santiago crece sin controles

Los vecinos piden a las autoridades regular el negocio.

SANTIAGO.-El mercado informal que realizan aquí semanalmente decenas de haitianos en la avenida J. Armando Bermúdez, del céntrico sector de Pueblo Nuevo, toma cada vez más auge, creando serios inconvenientes, tanto a peatones como a conductores de vehículos públicos y privados.

Moradores de la vecindad denuncian constantemente que desde las primeras horas de cada jueves son despertados por los escándalos y bullicio que hacen los vendedores y compradores.

"Aquí hace tiempo que perdimos la paz y tranquilidad con ese mercado, mientras tanto, ninguna autoridad hace caso a los reclamos para su regularización o mudanza", manifestó Antonio Fernández, con más de 40 años residiendo en la avenida J. Armando Bermúdez, próximo al mercado local.

Reclamo

El licenciado Carlos Fondeur, presidente del Plan Estratégico de Santiago (PES) reclamó de las autoridades municipales o del Gobierno Central ponerle un freno al mercado informal, debido a la competencia desleal que representa para los comerciantes establecidos en la ciudad.

Carlos Lora, expresidente de la Asociación de Comerciantes del Centro Histórico, también solicitó una reubicación de los vendedores informales.

 

Impuestos

Por cada puesto o caseta instalada en el mercado el Departamento de Recaudaciones del Ayuntamiento cobra una tarifa que va desde 50, 60 y hasta 200 pesos, dependiendo del área que ocupe.

Se estima que semanalmente, el Ayuntamiento recibe entre 60 y 70 mil pesos de los negocios del lugar.

Artículos

Entre las mercancías que se comercializan en el mercado predomina la ropa, principalmente de las denominadas "pacas", de medio uso y nueva. También abundan los calzados, tenis, chancletas, botas, gorros, sombreros y accesorios para la belleza.

Al mercado asisten también los vendedores ambulantes, quienes ofertan al público jugos, pastelitos, quipes, dulces, refrescos, frutas y vegetales. Igualmente, perfumes, teléfonos, tarjetas para llamadas, películas, CDS, televisores y radios.

Para evitar que los clientes sean víctimas de los pillos, en el mercado siempre hay vigilancia, tanto de los agentes municipales como policiales.