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Senén Caba dice urge multiplicar el número de plazas para residencias médicas

Opina se debe involucrar a las universidades en la elaboración de un currículum más actualizado

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Senén Caba dice urge multiplicar el número de plazas para residencias médicas

SANTO DOMINGO. El expresidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), doctor Senén Caba, consideró "imperioso" multiplicar el número de plazas para residencias médicas, y abogó porque los ministerios de Salud Pública, y de Educación Superior, Ciencia y Tecnología participen más activamente en los procesos de planificación y control para mejorar la calidad de estas.

Expresó sus consideraciones en el segundo de dos artículos escritos para Diario Libre, cuya versión íntegra se publica a continuación:

Recursos humanos de salud en República Dominicana ante la encrucijada de un modelo en desfase

II

Las residencias médicas 


Senén Caba

Surgida en los albores del siglo XX (1910) en los Estados Unidos de Norteamérica, en el contexto de un capitalismo en expansión, las residencias médicas se inician a la par de la necesidad imperiosa que genera la competencia natural de este modelo económico.

En efecto, se atribuye a Abraham Flexner la elaboración del primer informe referente al tema, ya que fue quien sometió el proyecto al Senado norteamericano (por presiones de la fundación Carnegie), como respuesta a la profusión de "especialistas" empíricos que hacían un deleznable servicio a la práctica médica.

Se entiende como residencias médicas, al sistema sanitario educativo que tiene por objetivo completar la formación de los médicos en alguna especialización reconocida por su país de origen, mediante el ejercicio de los actos profesionales de complejidad y responsabilidad progresiva, llevadas adelante en instituciones de servicios de salud bajo la supervisión de tutores y con un programa apropiado para tales fines. Nuestro país, como muchos otros modelos de salud pública, descansa en buena medida en estos aspirantes a especialistas.

Como ha sucedido en muchos renglones de nuestra vida republicana, las residencias médicas llegaron tarde a República Dominicana, específicamente en 1968, con la instauración de la pediatría, seguida más adelante por la gineco- obstetricia, en el pórtico de los años 70.

A finales de esta década, instaurado ya el Gobierno del presidente Antonio Guzmán Fernández, (periodo 1978-1982) la realización de las especialidades en nuestra nación alcanzó un enorme desarrollo, nacieron las demás básicas, como cirugía y medicina interna, en el año 1979.

En el año 1981 nace la medicina familiar y comunitaria, más tarde vendrían la gran mayoría de especialidades que conocemos, alcanzando a la fecha la cantidad de 45 especialidades (entre básicas y subespecialidades).

Somos de los países en el hemisferio con menos especialidades. He aquí un listado por país, en América Latina (Fuente: Las Residencias Médicas en América Latina, OPS, 2011).



Ciertamente, a diferencia de la causa que motivó el crecimiento las especialidades médicas en otras latitudes, en República Dominicana parecen haber ido muy de la mano con la necesidad imperiosa de crear un cuerpo de médicos que colaborara con los escasos especialistas con que contábamos.

De hecho, los entrenamientos se cimentaban en profesores cuyo principal interés era y sigue siendo en buena medida el altruismo y la filantropía académica, ya que la mayoría no "cobra" por enseñar y lo que se "paga" es irrisorio por no llamarlo ridículo (jefe de enseñanza $RD10,000.00, coordinador: $RD7,000.00, profesor:$RD 2,500.00).

Así las cosas, las residencias médicas han ido produciendo un entramado complejo que de manera sistémica involucra a varios ministerios públicos (Ministerio de Salud Pública y Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología), a más de 9 universidades, al Instituto Dominicano de la Seguridad Social al Ministerio de Defensa y a la P.N.

En República Dominicana, al igual con otras naciones del hemisferio, el Ministerio de Salud Pública es quien posee la mayor cantidad de médicos contratados al respecto.

 

Hay un porcentaje de 22 % del total de los médicos pagados por la institución, que asciende a 14,364 profesionales de la salud, de los cuales hay 5,486 especialistas, 4,038 médicos generales y 774 colocados en puestos de gestión administrativa, 994 médicos pasantes y el resto ascendente a 3,162 son médicos residentes.

Los residentes dominicanos devengan salario promedio de US$680, uno de los más ínfimos de América Latina.

 

Debilidades de las residencias médicas

Los residentes siguen siendo valorados como una fuerza de trabajo capacitada y mal remunerada, lo cual incide en su formación académica, muchas veces por debajo de los estándares de la calidad obtenidos en otras naciones del hemisferio.

El ambiente académico es estresante, donde predomina una disciplina de cuarteles militares, lo cual constituye un anacronismo en pleno siglo XX, donde los modelos verticales de enseñanza con disciplina férrea, están muy por debajo de los de resultados de otros modelos más abiertos, democráticos y participativos.

Otra de las debilidades se refiere a la persecución por género, preferencias sexuales, etcétera, llegando al asedio y al desconocimiento de derechos humanos inalienables.

La enseñanza se sigue dejando a la voluntad espontánea de los especialistas que no reciben remuneración por las razones expuestas; no existe horizontalidad para discutir temas científicos, difícilmente un residente de bajo nivel puede rebatirle a uno de un rango superior algún concepto científico de este último de manera errada, corriendo el riesgo de ser sancionado sumariamente con penas que extralimitan las ya establecidas por los reglamentos del Consejo Nacional de Residencias Médicas.

Los especialistas tienen "carta franca" para sancionar a los residentes. Las sanciones establecidas para ellos en los reglamentos mencionados rara vez se han cumplido.

Desafíos o conclusiones

El Ministerio de Salud Pública y el Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología deben participar más activamente en los procesos de planificación organización dirección y control para mejorar la calidad de las residencias médicas dominicanas (gestión) y optimizar un producto de inestimable valor para la dinámica sanitaria del país.

Se debe involucrar a las universidades en la elaboración de un currículum más actualizado y colaborar más activamente con el aval que estas le brindan a varias residencias y no sólo ser receptoras de grandes sumas de dinero por las certificaciones que otorgan.

Es imperioso multiplicar el número de plazas, pues el ejército de desempleados que genera el sesgo que producen anualmente los concursos médicos (más de 3000 por año en los últimos 3 años) incrementa el desempleo y la frustración en familias enteras que apostaron a un futuro más promisorio para sus hijos a través de una profesión marcada por sacrificios de largos años de estudios y la inversión de cuantiosos recursos económicos.

 

El Consejo Nacional de Residencias Médicas debe diversificar los programas de enseñanza acorde a la realidad social de la nación y promover pagos adecuados y justos a los docentes de las residencias e incorporar reglamentos que prohíjen mayor participación democrática, respeto y trato horizontal entre los diferentes actores de las residencias.

Se requiere adecuar la protección de los residentes y e inducir la generación de nuevos especialistas acorde a las necesidades reales del país y no a la función de las leyes de un mercado que de manera desfasada tiende a una producción no programada de este recurso en salud, induciendo una masa flotante de médicos generales y familiares subcontratados o desempleados, dejando la atención primaria en la salud en mera retórica para producir discursos bonitos, pero vacuos en la realidad.

* Se desconoce el número real de residentes avalados por esta universidad. Se sabe de las especialidades de Cuidados intensivos, Medicina Interna y Cirugía Bariátrica en el Centro de Diagnóstico de Medicina Avanzada y Telemedicina (CEDIMAT), las cuales están en el proceso de certificación por esa alta casa de estudios. No conocemos tampoco, el acuerdo por ese aval.

(El autor es médico internista e intensivista, pasado jefe de enseñanza, Hospital Fco. Moscoso Puello y pasado Presidente Colegio Médico Dominicano).