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Niegan polvo del Sahara ocasione incendios forestales en el país

El secretario de la Fundación Moscoso Puello culpa del Ministerio de Medio Ambiente

SANTO DOMINGO. El incendio forestal incontrolado que se declaró ayer en el Parque Nacional Valle Nuevo tiene, sin dudas, factores ambientales que han favorecido su ignición y su expansión. Estos incendios en los bosques de pinos de La Española ocurren desde hace más de 40,000 años antes del presente (Horn et al, 1990).

Pero el régimen natural del fuego en el referido ecosistema, vale decir, su ocurrencia por razones naturales debería producirse a intervalos de entre 30 y 40 años, tiempo razonable para que la acumulación de combustibles naturales no llegase a niveles que produjesen incendios catastróficos, permitiendo así que las plántulas nacidas luego del fuego anterior ya hubiesen alcanzado el porte mínimo que las convirtiese en inmunes al futuro incendio, y además, facilitara la germinación de las semillas de pino, que en estado de latencia podrían entonces germinar por la acción del fuego y beneficiarse de la fertilidad del suelo subsecuente al fenómeno natural.

Pero debido a las acciones humanas (agricultura extensiva, tala, pastoreo...) este régimen natural ha sido alterado, observando frecuencias de fuego en un mismo territorio en intervalos tan reducidos como cinco años. En terrenos con vocación agrícola o ganadera esto no tiene mayores consecuencias, pues su mejor uso no debería verse afectado por el fuego.

Sin embargo, resulta altamente perniciosa la alteración del régimen de fuego en las áreas protegidas de la Cordillera Central, pues el mejor uso de sus territorios es la conservación, cuya práctica asegura la provisión de servicios ambientales que son imprescindibles para la Nación: Agua para el 80 % de la población, alrededor del 23 % del total de la energía producida en el país, secuestro de carbono, producción de nitrógeno orgánico, moderación del clima, control de escorrentías, conservación de la biodiversidad... y podríamos continuar con múltiples servicios que las áreas protegidas de la Cordillera Central proveen de manera pasiva y a un costo ínfimo.

Pero es un hecho incontestable que el Ministerio de Medio Ambiente privilegia la siembra de arboles en lugares visibles, a una tasa anual de siembra que requeriría más de 1,500 años para restaurar los daños ambientales en el entorno nacional, mientras de manera irresponsable desdeña la mejor, más efectiva y menos costosa herramienta de conservación, que es la vigilancia y protección. Claro, es más provechoso políticamente sembrar plantitas que mantener una ojo vigilante donde nadie se percate de ello y hacer cumplir las leyes que, precisamente, ordenan al Ministerio la protección de las áreas, más aún si ellas albergan, como es el caso de la Cordillera Central, sistemas acuáticos cuya salud es necesaria para la calidad de vida y la seguridad alimentaria nacionales.


Referencia satelital de MODIS

Y para muestra un botón: en el Parque Nacional Valle Nuevo la destrucción de los bosques, que se documentó en unas 30,000 tareas en 1994, alcanza hoy unas 139,000 tareas y se sigue avanzando y destruyendo el bosque a escasos metros de los puestos de vigilancia del Ministerio. Y es que, en este parque nacional, el Ministerio privilegia la relación con terratenientes y usureros que participan en este esquema pernicioso de financiamiento, tumba, quema, siembra y mercadeo, a expensas de todos los demás ciudadanos. Utilizando por demás para esta tarea destructiva mano de obra de inmigrantes ilegales que laboran y viven en una cuasi neo esclavitud, según lo consideran estudiosos de la materia.

¿Cómo puede justificar el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales su desinterés en convocar el Consejo de Cogestión del Parque Nacional Valle Nuevo, ahora que el parque arde en llamas? Es el mismo desinterés que mostró para convocar dicho Consejo cuando el parque vio desaparecer en 2014 bajo el fuego 95,000 tareas por la negligencia con que fue abordado el siniestro.

Y es que, el Ministerio se empeña en cobijar bajo el manto de la desinformación, por un interés espurio y marcadamente político, todo aquello que ponga al descubierto su negligencia en la administración del Sistema Nacional de Areas Protegidas, un espacio donde se puede hacer de todo, desde talar el bosque nublado en el Parque Nacional Sierra de Bahoruco para sembrar aguacates, hasta tener ganado pastando en el Valle del Tetero, en pleno corazón del Parque Nacional Jose del Carmen Ramírez... o peor aun, llegar al extremo de hacerse de la vista gorda, mientras un sujeto talla conchas de carey en la isla Beata, territorio insular del Parque Nacional Jaragua, justo al lado de las instalaciones de la Armada Dominicana. Cosas veredes...

Hay fuego en todas las áreas protegidas por la permisividad del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales que no cumple la misión que el Estado ha puesto bajo su cargo de cumplir y hacer cumplir las leyes ambientales, mirando hacia otro lugar cada vez que ocurren las cada día más frecuentes intervenciones en el SINAP, que debería ser declarado por el Poder Ejecutivo en estado de emergencia.

Señores del Ministerio de Medio Ambiente, no utilicen la version de ONAMET para decir que el polvo del Sahara es el causante de los fuegos, o de las siembras de aguacates, del pastoreo de ganado o de la matanza de la tortuga Carey o de la captura de delfines. El problema no es el Sahara ni el fuego, es la falta de responsabilidad de esa institucion.

El autor es secretario la Fundación Moscoso Puello, una institución con mas de 30 años dedicados a la investigación científica en la Cordillera Central que ha realizado, en colaboración con el Estado, las evaluaciones ecológicas y los planes de conservación de los Parques Nacionales Armando Bermudez y Valle Nuevo, y de los sistemas acuáticos de la Cordillera Central.