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Calles y esquinas convertidas en mercados

Ofertan desde una lechuga, un zapato hasta un animal

SANTO DOMINGO. Las intersecciones de importantes avenidas del Gran Santo Domingo se han convertido en mercados. Decenas de vendedores ambulantes ofertan frutas, víveres, artículos para la higiene personal, ropas, accesorios y hasta animales, en una pintoresca venta que aumenta los inconvenientes del tránsito vehicular y peatonal.

Las esquinas formadas por las avenidas Nicolás de Ovando con Máximo Gómez y la Duarte con París, en el Distrito Nacional, así como la Hermanas Mirabal con Charles de Gaulle, en Villa Mella, Santo Domingo Norte, y la 27 de Febrero esquina Isabel Aguiar, en Santo Domingo Oeste, son de las zonas más afectadas y una muestra del drama que se vive en la gran mayoría de las esquinas de la ciudad.

Entre los vendedores no solo están aquellos sin ninguna formación académica, algunos –entrevistados por DL - dijeron que dedicaron tiempo y dinero a su educación técnica o universitaria con la idea de especializarse en un área y tener mejores oportunidades a la hora de buscar un empleo, pero que finalmente se colocaron en una de esas intersecciones porque no encontraron empleos con salarios que les permitieran cubrir sus necesidades básicas.

Esa es la situación de Esteban Santos, un joven de 35 años, quien prefirió laborar parado en un “puesto” en la esquina formada por la Charles de Gaulle con Hermanas Mirabal, en Villa Mella, de 7:00 a.m. a 7:00 p.m. bajo el sol, vendiendo cremas, desodorantes y accesorios para el cabello de la mujer, por los que obtiene desde RD$1 mil hasta RD$2 mil diarios, en vez de ejercer su carrera como chef en un restaurante, ya que durante el tiempo que laboró en ese oficio solo recibió excesivo trabajo y poco dinero.

“¿Tú sabes con quién estás hablando? Con un chef”, decía mientras se pegaba cuatro palmadas en el pecho con su mano derecha, y afirmaba haberse graduado en Arte Culinario en el Instituto Nacional de Formación Técnico Profesional (Infotep).

Mientras despolvaba y acomodaba la mercancía que no vendió el día anterior, explicó que tiene tres hijos, vive alquilado y paga el colegio, gastos que logra cubrir con lo que vende diariamente en su puesto ambulante y que, según resaltó, le sería más difícil cumplir con esas obligaciones con RD$10 mil o RD$12 mil de salario que regularmente le ofertan algunas empresas.

“Uno tiene que pagar pasaje y siempre es más de uno, tanto para ir como para volver a su casa, comprar comida y una botella de agua, porque si compras un refresco ya estás descuadrando de la quincena”, calculó Esteban.

El drama de ser vendedor

Esteban es uno de los buhoneros que no fue desalojado de su puesto, cuando hace varias semanas las autoridades del Ayuntamiento de Santo Domingo Norte realizaron un operativo de limpieza en las calles.

Previo al operativo, un grupo de buhoneros tuvo una reunión con el alcalde Francisco Fernández, donde, según explicó Esteban, el funcionario prometió buscar un lugar donde reubicarlos y de esta forma limpiar la zona, sin afectar su trabajo de ventas con el cual sobreviven.

José Luis Canela, director de Espacios Públicos del Ayuntamiento de Santo Domingo Norte, explicó que mantienen una lucha constante. “Ya los hemos desalojado y ellos vuelven -dijo-; no es lo mismo quitar un tronco de la calle que quitar una gente. Entendemos que ellos lo hacen por buscar su sustento, pero como autoridades debemos regular y poner orden. Es una situación difícil”.

“Siempre ha sido de interés del Ayuntamiento reubicarlos, la Charles de Gaulle con Hermanas Mirabal es la Lincoln con 27 de Febrero de Santo Domingo Norte. Una vez rompimos en un solar para construir una plaza, pero luego nos dimos cuenta que era propiedad privada y no se pudo realizar ningún trabajo”, explicó.

Ovando con Gómez

En el mercado que se ha improvisado en la avenida Máximo Gómez esquina Nicolás de Ovando, sus vendedores se resisten a abandonar la acera, incluso la que está debajo de la Línea 1 del Metro de Santo Domingo. Ofertan al peatón y al tránsito vehicular frutas, víveres, vegetales, cremas, zapatos, accesorios para celulares, ropa y hasta mascotas.

Desde muy tempranas horas de la mañana y hasta altas horas de la noche, los ocupantes de las vías públicas -en su mayoría de nacionalidad haitiana- se colocan en todos los lugares libres que tenía el entorno, dejando sin espacio a los peatones, y obstruyendo el paso a los vehículos.

Desde la Gómez con Ovando hasta la calle 38, del sector Las Flores, cada vez son más los ocupantes con sus ofertas de productos del agro y artículos en general.

Elías Matos, de 40 años, tiene un puesto de vegetales debajo de las vigas del Metro, donde hay nueve puestos más. Cuenta que no vende ni para comprar la comida y que ha tenido pérdidas por los desalojos que hacen las autoridades de manera muy seguida.

Asimismo se quejó Carmen Rosario, de 32 años, quien tiene un puesto de sandalias. Comentó que cuando la Policía llega les “tiran toda la mercancía a la calle, y ésta se ensucia”, y algunas ya no sirven para vender, lo que representa pérdidas para su negocio, que vende unos RD$2 mil al día.

La Duarte con París

Otro punto neurálgico es la avenida Duarte esquina París, que se ha convertido en una “misión imposible” para el Ayuntamiento del Distrito Nacional (ADN), donde no termina de resolver esta problemática a pesar de las muchas promesas.

La más reciente fue el año pasado, cuando el alcalde Roberto Salcedo prometió reubicar a los buhoneros en la plaza que construye el ADN a la altura de la calle Jacinto de la Concha, como parte de un conjunto de obras con las que se pretende dejar libre el espacio que corresponde al ciudadano de a pie y remozar todo el entorno, a un costo estimado de unos RD$600 millones.

A pesar de que esta plaza es construida para los buhoneros, algunos de ellos no confían en este proyecto, como es el caso de Anderson Acosta, quien asegura que los buhoneros no se beneficiarán de la plaza en construcción.

Anderson, a sus 35 años, es técnico en Mecánica Industrial, egresado del Infotep, con un sexto cuatrimestre en la carrera de Ingeniería Civil, en la Universidad O&M. Manifestó que tiene 17 años trabajando como vendedor de zapatos y tenis en un puesto en la Duarte con París, y no confía en que una vez terminada la plaza él y sus colegas serán reubicados como lo ha prometido el ADN.

“La culpa es del sistema, que no pagan. La arrabalización es culpa del sistema. Si yo hubiera encontrado un trabajo en mi profesión con un sueldo que me dé para pagar mis necesidades básicas, yo no estuviera aquí en este puesto”, afirmó Anderson.

Se quejó de que para solicitar un empleo hay que tener experiencia. “Si no me dan la oportunidad, ¿cómo voy adquirir la experiencia?”, dijo.

En su puesto de zapatos vende un promedio de RD$25 mil a RD$30 mil mensuales, “trabajando todos los días de la semana, de 7:00 a.m. a 7:00 p.m., y “no tengo presión con jefes”.

La arrabalización de la ciudad sigue siendo una realidad y parece ser un cuento de nunca acabar por el tiempo que lleva este problema sin solucionarse. Y cada vez va en aumento. La creciente puede estar motivada por el desempleo, como refirieron los entrevistados en esta historia, y por la poca atención que prestan las autoridades correspondientes a este tema.

Aparentemente existe una claridad por parte de vendedores y autoridades respecto a esta problemática: las autoridades dijeron que entienden a los vendedores, que hacen ese oficio porque no tienen otra opción para sustentar sus familias y, por otro lado, los vendedores explicaron que las autoridades, al desalojarlos de sus puestos están haciendo su trabajo.

Ambas partes están conscientes del problema y se necesita una solución, pero mientras tanto las principales esquinas de la ciudad están convertidas en mercados públicos.

¿Qué hacen las autoridades?

Durante los primeros meses del año las autoridades han realizado operativos. En la Duarte con París,  brigadas de la Autoridad Metropolitana del Transporte quitaron los tarantines que obstaculizaban el tránsito. En cuanto al ADN, DL hizo intentos por conseguir una reacción, pero las autoridades no facilitaron la información. 

En Santo Domingo Norte, las autoridades desalojaron buhoneros que operaban negocios informales en varias intersecciones.  

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