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Cigarrillo electrónico: cuando “fumar” un vapor se enfrenta a la regulación

La industria del tabaco defiende el producto de cuyo impacto todavía se hacen estudios

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Cigarrillo electrónico: cuando “fumar” un vapor se enfrenta a la regulación
Irving Cleto mientras “fuma” un cigarrillo electrónico. (DIARIO LIBRE/BAYOAN FREITES)

BRUSELAS. De sus 25 años de vida Mabel Moreno lleva 12 fumando. Al día consume en promedio tres cigarrillos y gasta unos RD$1,000 al mes para ese fin. Con el propósito de ahorrar dinero, hace dos años probó el cigarrillo electrónico, un dispositivo que, a diferencia de los convencionales que queman hoja de tabaco, utiliza una pequeña batería para calentar una solución líquida, que mayormente contiene nicotina, y la convierte en un vapor que inhala el usuario, una acción a la que llaman vapear. “Hacía menos daño, supuestamente”, recuerda la joven profesional.

Aunque el expendio para comprar el dispositivo puede superar los RD$1,000 y RD$10,000, las recargas son más económicas. La solución que Mabel incorporaba al cigarrillo le alcanzaba para dos semanas; se ahorraba RD$200. Ya no le olían a tabaco las manos ni la ropa. Pero ella empezó a leer informaciones que decían que el vapor “se condensaba” y le podía hacer más daño. Por esa razón a los tres meses lo dejó de usar y retornó al cigarrillo convencional. De paso, extrañaba la sensación de una bocanada pura.

Las normas regulatorias obligan a advertir sobre el daño del tabaco. Así se coloca el letrero “Fumar mata” en España y “Fumar es perjudicial para la salud en la República Dominicana. Al tanto de los riesgos, la industria del tabaco procura mantener un mercado que para 2020 se estima en más de 1,000 millones de fumadores. Está enfocada en convencer de que usar un cigarrillo puede tener un “riesgo reducido”. ¿Cómo lo hace? Desarrollando productos alternativos que puedan ser asequibles para todos los presupuestos y cuya aceptación se debate.

Uno de éstos es el cigarrillo electrónico, insertado en el mercado mundial hace una década. Sus promotores aseguran que es 95% menos perjudicial que el tabaco, puede motivar una reducción de la tasa de fumadores y hasta dejar de fumar.

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En el Foro Global sobre Tabaco y Nicotina, celebrado del 27 al 29 de septiembre pasado en Bruselas, representantes de compañías tabacaleras, investigadores y médicos, intercambiaban sus posiciones para convencer a los detractores del cigarrillo electrónico de que su impacto es reducido, y que con más estudios y educación, pudiera lograr la aprobación que buscan. Cuestionaron la posición de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de aplicarle un marco regulatorio al igual que a los convencionales y otros productos con tabaco.

En mayo del presente año, la FDA publicó las restricciones para la venta y distribución de productos de tabaco, entre los que incluyó los cigarrillos electrónicos. Prohibió su venta a menores de 18 años y ordenó colocar una advertencia sanitaria a las soluciones con nicotina. Sostiene que sin un marco regulatorio, los usuarios que esperan coherencia en estos productos pueden estar sujetos a una variabilidad significativa en el contenido de nicotina, que podría elevar los posibles problemas de salud y seguridad pública.

El doctor George Adams, un cardiólogo y profesor asociado de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, procuraba más respuestas en el Foro Global sobre Tabaco y Nicotina. “La abstinencia es muy difícil para estas personas (los fumadores), pero si hay un puente, algo que puedan darme para cerrar esa brecha, disminuir los efectos, que preserve vidas, prevenga amputaciones, mantenga a estas personas independientes en lugar de depender del sistema, lo apreciaría y estoy dispuesto a ayudar”, dijo ante los presentes.

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Clive Bates se dirige al público en el Foro Global de Tabaco y Nicotina realizado del 27-29 de septiembre en Bruselas. (SUMINISTRADA POR ODC PHOTO)

Cuando Irving Cleto fue al médico por una arritmia, a sus 26 años le indicaron que debía dejar de tomar alcohol y un hábito de ocho años: fumar. Consumía al día unas tres unidades y hasta 40 si salía una noche e ingería alcohol. “Quería una alternativa, porque dejar de fumar no es fácil, eso solo lo sabe el que fuma. Vi este dispositivo que satisface la dependencia que tiene el cerebro de la nicotina y es menos cancerígeno”, dice.

Lleva unos cinco años usando el aparato electrónico, anda con él todo el día y lo usa en cualquier lugar. Ha logrado disminuir el grado de nicotina de las soluciones. Le ha significado un gasto mayor porque le gustan los modelos más profesionales y los cartuchos –que vienen en distintos sabores- le cuestan RD$450 por semana. Pero no se lamenta del precio; hoy tiene 32 años y asegura que tras su uso no ha tenido inconvenientes de salud. “No sé si atribuírselo al cigarrillo electrónico o a algún otro cambio, porque hice muchos cambios de vida”, comenta.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que desde 2005, la industria del cigarrillo electrónico ha pasado, de tener un fabricante en China, a ser un negocio global estimado en US$3,000 millones. Las marcas se aproximan a las 500. Señala que si bien se requieren más investigaciones sobre su uso, es necesaria una reglamentación para hacer frente a problemas de salud, especialmente para la publicidad a fin de que no se dirija a jóvenes y a no fumadores o a quienes no consumen nicotina.

Un estudio realizado en 2013 en los Estados Unidos, Reino Unido, Canadá y Australia, concluyó que 80% de los consumidores de cigarrillos electrónicos lo hace para reducir los riesgos asociados al consumo de tabaco y 75% como ayuda para dejar de fumar. Sin embargo, sobre estos últimos, no se registró mayor probabilidad de haber cesado el consumo respecto a los que no utilizaban cigarrillos electrónicos.

La FDA destaca “el dramático aumento continuado” en los jóvenes y adultos jóvenes en el uso de productos como la pipa de agua (hookah) y los cigarrillos electrónicos. Se apoya en que entre los estudiantes de la preparatoria el cigarrillo electrónico se disparó de 1.5 % en 2011 a 16 % en 2015. Sostiene que están disponibles en los puntos de venta, como quioscos en centros comerciales y en Internet, y su popularidad en línea ha superado a la de los “snus”, un producto sueco, que contiene una mezcla de tabaco picado, agua y sal, que, con forma de pequeños sacos, se coloca entre la encía y el labio superior hasta que se disuelve.

En la República Dominicana también hay páginas de Internet y perfiles en las redes sociales de empresas que se dedican a la venta de cigarrillos electrónicos. Ofrecen la opción de compras físicas, por la red o a domicilio. Irving es uno de sus clientes. “Estoy de acuerdo con que no se le venda a menores de 18 años (...) Ahora, regularlo así y ponerle impuestos como un cigarrillo convencional, lo veo perjudicial porque sí ayudan bastante a dejar el cigarrillo, hasta ahora es el método más realista”, asegura.

¿Y si se eliminara la nicotina?

Fumar puede causar cáncer. Las sustancias tóxicas en el humo tienden a debilitar el sistema inmunitario y tornar más difícil matar las células cancerosas. La nicotina es adictiva. Ingerida en altas dosis puede ser tóxica, aumentar el ritmo cardíaco y la presión arterial.

Rolf Lutz, un ejecutivo de la compañía tabacalera Philip Morris International (PMI), recuerda que la opción de producir “cigarrillos sin nicotina” como alternativa no ha sido muy efectiva. En el Foro Global sobre Tabaco y Nicotina expuso que entre 1989 y 2015 tres empresas invirtieron millones de dólares para comercializar cigarrillos libres de este componente. “Los consumidores extrañaban la satisfacción del sabor”, dijo.

PMI prevé que fumadores que lo seguirán haciendo opten por reemplazar los cigarrillos por productos con no combustión y que disminuyan el riesgo del fumador pasivo. Para ello desde hace una década realiza estudios e investigaciones en sus centros en Suiza y Singapur para desarrollar los llamados productos de riesgo reducido.

Esta multinacional, que comercializa en la República Dominicana distintas marcas, entre estas la clásica Marlboro y L&M, promueve un portafolio de cuatro productos de riesgo reducido. En 2014 lanzó iQOS, un cigarrillo electrónico que calienta el tabaco sin combustión, que asegura es potencialmente menos dañino que uno convencional. En el corto plazo prevé venderlo en el país.

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“Nuestro objetivo como empresa es que los fumadores adultos del mundo migren a este tipo de productos a la mayor brevedad y es por este motivo que hemos invertido tantos esfuerzos en desarrollar plataformas que sean científicamente avaladas y que cumplan con las características que busca el fumador adulto”, comentó a Diario Libre Manuel Cabral, director de Asuntos Corporativos de Philip Morris Dominicana.

En el siguiente video Tommaso Di Giovanni, director de relaciones públicas de PMI, también explica el objetivo de la compañía.

Se estima que el 8% de la población adulta de la República Dominicana -mayor de 18 años- fuma. Desde enero de 2008 hasta agosto de 2016, la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) reporta la venta de más de 16,217 millones de unidades de cigarrillos en el país caribeño, una cifra que en realidad es mucho más elevada si se toma en cuenta el creciente contrabando del producto.

La viceministra de Salud Colectiva del Ministerio de Salud Pública, Mercedes Rodríguez, reconoce que el uso del cigarrillo electrónico aún se investiga. Precisa que, aunque en el país hay un programa de prevención contra el tabaco, no está regulado. “Los estudios internacionales no lo recomiendan como sustituto del tabaco para dejar la adicción”, afirma.

En tanto que Clive Bates, quien fue director de Action on Smoking and Health en el Reino Unido, una campaña para reducir el daño causado por el tabaco, considera que sobre el tema de los cigarrillos electrónicos hay seis retos pendientes: la ciencia, la regulación, comunicación, percepción, defensa e ideología.

En su intervención en el Foro Global sobre Tabaco y Nicotina, David Sweanor, profesor adjunto de leyes en la Universidad de Ottawa, afirmó que más allá del tema de salud, hay un asunto social. “La gente tiene derechos y debe tener el derecho a la información”, dijo.

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