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La Habana Vieja en obras

Actualmente, según Inclán, están trabajando los paseos marítimos, con la intensión de acercar el habanero a la costa, ya que “esa relación entre el mar y la ciudad en algún momento comenzó a desaparecer”.

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La Habana Vieja en obras
Pese a los trabajos de restauración, aún la mayoría de los edificios de La Habana Vieja lucen muy deteriorados.

HABANA, CUBA. Un ambicioso plan de restauración se desarrolla en el centro histórico de La Habana. El objetivo: rescatar sus edificios y espacios patrimoniales que han acumulado años de abandono. El proceso de rescate no tiene pausa, pero debido a la escasez de recursos, las obras no marchan al ritmo que amerita su deterioro.

Los trabajos están a cargo de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana (OHH), los cuales se han realizado en diferentes etapas a lo largo de varias décadas. El plan que se ejecuta en la actualidad ha permitido la renovación de diferentes áreas, y otras se observan en plena obra. Sin embargo, debido a la gran extensión del casco histórico de la capital cubana, los retos aún son mayores que las conquistas.

En una entrevista exclusiva para Hábitat, el encargado del Taller de Urbanismo de la Dirección General de Proyectos, Arquitectura y Urbanismo de la OHH, arquitecto Orlando Inclán, explicó que cuando en el 1982 el casco histórico de La Habana y las fortificaciones de la bahía fueron declarados por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad, comienza un proceso de restauración que llega hasta ahora.

Pese al trabajo hecho, admite que existe un alto grado de deterioro en los edificios de La Habana Vieja, y que el ritmo de trabajo no es suficiente para lograr recuperar muchos de los antiguos inmuebles, sobre todo cuando las fuertes lluvias debilitan las estructuras. De hecho, habitantes de La Habana cuentan que en tiempos lluviosos han visto caer balcones de concreto y otras partes de las viejas edificaciones.

Sobre la oficina del Historiador

La Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, fundada en 1938 por Emilio Roig de Leuchsenring, es responsable de la restauración integral del Centro Histórico, a partir del diseño y ejecución de un proyecto que se sostiene de los recursos económicos que generan las actividades culturales, turísticas, comerciales e inmobiliarias en la zona.

Leuchsenring es reconocido por desarrollar una labor de rescate, divulgación y protección del patrimonio material y espiritual cubano, especialmente en La Habana. Tras su fallecimiento, continuó la obra su discípulo Eusebio Leal Spengler, actual Historiador de La Habana, quien inició en el 1967 la restauración del Palacio de los Capitanes Generales, hoy sede del Museo de la Ciudad.

En 1981 el Estado asignó a la Oficina del Historiador la ejecución del Primer Plan de Restauración del Centro Histórico, y con ese propósito se creó el Departamento de Arquitectura, que luego se convirtió en la Dirección de Arquitectura Patrimonial.

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Ingresos activan obras

Con la entrada en vigor en 1993 del decreto ley que permite a la Oficina del Historiador obtener sus propios ingresos, Inclán explica que es entonces cuando a la labor de restauración se suma la de gestión. Los recursos, indicó, proceden fundamentalmente de los servicios y actividades comerciales que se generan en el centro histórico, entre ellos restaurantes, hoteles, tiendas y mercados de artesanía.

A partir de ahí, sostiene el arquitecto, la Oficina comienza a trabajar paralelamente en la recuperación del patrimonio y la atención social a la población que vive la zona. En este tenor, dijo, han construido pequeñas guarderías para madres que trabajan, hogares maternos para embarazadas, residencias que acogen adultos mayores y centros que brindan asistencia social a personas con necesidades. También han emprendido proyectos de viviendas para familias que deben ser reubicadas fuera del casco histórico.

“A partir de ahí se hacen nuevos planes y comienza la restauración de lo que se llamó el “Kilómetro de Oro, que involucró cuatro de las cinco plazas fundacionales de La Habana Vieja, como son la Plaza de Armas, Plaza de la Catedral, Plaza de San Francisco y Plaza Vieja, y los ejes que la conectan”, aseguró Inclán.

El funcionario cubano sostuvo que es entonces cuando los trabajos se extienden al Paseo del Prado y la calle Obispo, principal vía comercial de La Habana Vieja, y que comienzan a conectarse zonas como el Capitolio y la avenida del Puerto, que son parte de los proyectos importantes en los que se encuentra hoy inmersa la Oficina.

En total, en los primeros diez años tras la implementación del modelo de gestión, se recuperaron 350 edificios en aproximadamente cuarenta manzanas.

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La Habana de cara al Mar

Con el paso de las actividades comerciales de la Bahía de la Habana al Puerto de Mariel, a partir del 2009, comienzan a quedar sin funciones, sobre todo hacia la zona sur del borde costero, antiguos almacenes y fábricas. Inclán indicó que esta zona constituía el fondo del centro histórico, la parte atrás, con poca actividad y muy deteriorado, pero que hoy comienza a generar un nuevo frente, con el valor del mar, que es un valor agregado.

Dijo que gracias a este plan, el antiguo almacén del tabaco y la madera se convirtió en una fábrica de cerveza artesanal que ha tenido mucho éxito entre turistas y locales, y que en los antiguos almacenes de San José, exponente de la arquitectura industrial de fines del siglo XIX, se habilitó el Mercado de Artesanos. Ambos proyecto marcaron el primer paso para la recuperación del frente marítimo de la ciudad histórica

“Los artesanos que hoy ocupan los antiguos almacenes de San José estaban ubicados en la Plaza de la Catedral, y fueron trasladados por la Oficina bajo una pelea tremenda porque no querían, porque sentían que los estaban botando del centro histórico, que los excluían, pero en realidad esa parte también está en el casco antiguo, y hoy se sienten cerca, se sienten conectados”, precisó el arquitecto.

Actualmente, según Inclán, están trabajando los paseos marítimos, con la intensión de acercar el habanero a la costa, ya que “esa relación entre el mar y la ciudad en algún momento comenzó a desaparecer y es algo que nos interesa rescatar”. También desarrollan un proyecto de paisajismo y un puente flotante.

A pesar de que al proyecto costero aún le falta alrededor de un 25 por ciento para concluir, Inclán sostuvo que ya han comenzado a trabajar en otras zonas, como es la de Atarés, donde se encuentra el castillo fortaleza del mismo nombre, y en cuya falda se encuentra la Estación Cristina, donde funciona el Museo del Ferrocarril de Cuba. Los trabajos en esta zona forman parte del inicio de la recuperación del patrimonio fuera del centro de La Habana.

Según Inclán la conclusión de los proyectos tiene mucho que ver con los recursos con los que cuenta, los cuales, además de los gestionados por la misma Oficina, pueden llegar a través de la cooperación internacional.

Dijo que también comienza a verse en La Habana el cliente privado, “es decir la persona que compra un edificio y lo restaura. La Oficina está intentando sumar ese tipo de personas para que hagan las intervenciones con asesoría, para que se haga lo que está establecido, con respeto al patrimonio”.

Aseguró que ésta también ha sido una vía para la recuperación de una parte de los inmuebles, “porque el alto índice de deterioro realmente es complicado, es difícil, porque además es una zona histórica muy grande”.

El valor del Patrimonio

Al hablar del patrimonio monumental y arquitectónico que conforma el centro histórico de La Habana, Inclán señaló que del siglo XVII quedan escasos edificios, mientras que del XVIII datan muchos de los templos coloniales, como es el caso de la Catedral San Francisco Asís. “Tenemos muchas cosas del XIX, sobre todo de arquitectura doméstica, y algunos conventos, pero las edificaciones predominantes en la Habana Viaja son principalmente de las tres primeras décadas del siglo XX”, comentó.

El encargado del Taller de Urbanismo de la Oficina del Historiador de La Habana explicó que la arquitectura de los siglos del XVII al XIX es colonial, mientras que en el siglo XX, ya como República, comienzan a aparecer los estilos ecléctico y art nouveau, entre 1910 y el 1920.

“De los años 30 y 40 es el art decó, que entra muy fuerte, sobre todo por la presencia de los Estados Unidos. El edificio Bacardí, por ejemplo, es uno de los primeros edificios del mundo con ese estilo”, dijo.

Sostuvo que del 1929 es el Capitolio Nacional, muy eclético, y que a partir de ahí se empieza a mezclar el neoclásico, art nouveau, y art decó, “por eso se dice que la Habana es fundamentalmente ecléctica. Entre los años 40 y 60 se da una de las arquitecturas más importantes que tiene La Habana, el movimiento moderno, que empieza a generar una identidad nacional”.