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Turismo y deuda ambiental

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Turismo y deuda ambiental
El turismo sostenible es un deber de la sociedad dominicana.

Como cualquier otra industria, el turismo debe ser sostenible.  Sus impactos sobre el medio ambiente y las comunidades anfitrionas, de ser negativos, atentan contra su propio futuro.  Pero al estos impactos en la RD no superar los que generan la misma población y otras industrias, la responsabilidad por su manejo y mitigación debe ser compartida. Según los expertos, los impactos negativos del turismo ocurren cuando el nivel de uso de los recursos es mayor que la capacidad que tiene el ambiente de absorberlo dentro de los niveles aceptables de cambio.  En tales casos se pone en entredicho no sólo la existencia misma de ecosistemas y hábitats sino también el nivel de vida de la población anfitriona y la industria misma. 

El notable impacto ambiental del turismo aquí ha sido objeto de muchas críticas.  Un informe del PNUD/RD (2005), por ejemplo, dice que el turismo "ha creado problemas en materia de seguridad del agua potable, playas limpias, arrecifes de coral y áreas protegidas bien administradas." También que "la construcción de hoteles se ha realizado en gran parte violando sistemáticamente las normas ambientales y teniendo un manejo inadecuado de desechos líquidos y sólidos."

Algunos analistas han alertado a la necesidad de que se embride el desarrollo con una regulación efectiva que impida el deterioro del ambiente. Los más alarmistas han vislumbrado la "autoderrota" de la industria y de que ha llegado a ser "altamente insostenible".  Llegan hasta alegar que ha habido "turismo sin desarrollo". 

Pero las evaluaciones técnicas sugieren que los daños provocados por el turismo no son mayores que los generados por otras fuentes.  Véase: 1) el reporte pionero del BID (1989) titulado "Problemas Ambientales de las Áreas Turísticas de la RD", 2) el experticio de la USAID hecho por Abt Associates (2002), 3) el documento interno del Banco Mundial del 2003  titulado "Coastal Zones Management and Tourism in the DR", un análisis ambiental de la CEPAL del 2004, 4) dos reportes del PNUD/RD del 2005 y el 2009 y 5) algunos powerpoints de la SEMARN (Z. González). 

Hay daños que ya son irreversibles, pero en general la situación es la misma que se da con otras industrias.  Nadie puede, por ejemplo, atribuirle al turismo la contaminación de los ríos Yaque del Norte, Ozama, Haina o Higuamo.  La sedimentación y la polución en el puerto de Samaná y en el estuario del Río San Marcos de Puerto Plata son producto del desarrollo urbano y no del turismo.  Además, la contaminación que produce la población misma pone en peligro muchos ecosistemas que no están para nada ligados al turismo.  La decimación de los manglares del Río Dulce de La Romana, al igual que la construcción de espigones y diques costeros, no ha sido obra de la industria sino de propietarios nacionales inconscientes. Si para evitar su depredación la SEMARN debe recoger los huevos de las tortugas en Bahía de las Águilas e incubarlos en Oviedo, eso no se debe al turismo. 

Los impactos negativos potenciales del turismo ciertamente son múltiples.  Estos pueden ir desde el afeamiento de un paisaje, el nivel de ruido, la polución atmosférica hasta la mutilación de manglares y arrecifes, la amenaza de especies en peligro, la deforestación y la contaminación de los acuíferos.  El cuadro muestra los principales impactos negativos del turismo en nuestro país, según los reportes mencionados.

Aquí el principal problema ambiental causado por el turismo es la contaminación.  Esto incluye no solo la disposición de los desechos sólidos y de aguas residuales, sino también a los insecticidas y herbicidas usados en jardines y canchas de golf.  Esta contaminación esta dañando los acuíferos, principalmente en el Este y en Juan Dolio.

Otros daños importantes incluyen la fragmentación del manglar de Macao-Cabeza de Toro, daños a los manglares del Soco y de Portillo, la dinamitación de los arrecifes de Playa Dorada y el abuso de la Laguna de Bávaro (al usarla para descarga de aguas residuales).  Por otro lado, los diques y espigones de Juan Dolio y Boca Chica construidos por algunos hoteles han contribuido a erosionar sus playas. 

Por suerte, los ecosistemas afectados pueden ser restaurados. Por ejemplo, ya en Bayahíbe se han hundido bolas arrecifales que incentivan el crecimiento de los corales y en Punta Cana se ha creado un criadero de tortugas para su posterior liberación e instalado una planta de reciclaje de residuos sólidos. Mientras, la SECTUR ha regenerado playas con el vertimiento de arena y hay propuestas para la creación de un canal que recupere los manglares de Bávaro.

También ya existen nuevas tecnologías para la mitigación del impacto: 1) las plantas de tratamiento de aguas residuales de ciclo cerrado, 2 ) las lavanderías sin detergentes con inyección de ozono, 3) las piscinas sin cloro y con un generador de agua salada, 4) el uso de controles biológicos para vectores en vez de pesticidas químicos, 5) fertilizantes orgánicos para jardines y campos de golf, 6) energía solar y eólica, no solo para calentar agua sino para aparatos de aire acondicionado.

Cada vez son más los hoteles que ejecutan programas formales de gestión ambiental.  También pronto comenzará un proyecto del Banco Mundial para el saneamiento de las áreas turísticas y el manejo del recurso agua.  Pero estos esfuerzos distan mucho de lo que el sector está llamado a hacer en pago de su "deuda ambiental". 

Para mantener la competitividad del sector, se requiere un proyecto integral de prevención y restauración que constituya una respuesta a gran escala.  Los recursos para su ejecución deben provenir tanto del sector público como del privado siguiendo el principio de "quien contamina paga".  La negligencia del primero en la aplicación de normas y regulaciones le impone una cuota de responsabilidad ineludible.