(In)seguridad jurídica
Diario Libre
La inseguridad jurídica no es sólo ese problema entre grandes multinacionales y los juzgados, con intervenciones estelares de embajadores osados. La inseguridad jurídica perjudica la vida diaria y la hacienda de cada uno de los ciudadanos.
La falta de reglas claras, o del cumplimiento de las reglas que creíamos tener, ha provocado esa zozobra en que viven los propietarios de apartamento o casa en Santo Domingo.
Usted cree que tiene algo hasta que el negocio de alguien le devuelve al planeta Tierra. Densidades de población con las que usted no contaba cuando compró y que se deciden una reunión de la Sala Capitular de la que usted ni se entera. Grandes centros comerciales frente a su acera, sin parqueos ni ancho de calle suficiente. Centros de bebidas con altavoces de discoteca, restaurantes con valet parking que ocupan las aceras empujando a los peatones a la calzada, colegios sin accesos adecuados...
No hay sector de la ciudad en el que invertir sea seguro. Todo puede cambiar en un momento, dependiendo de qué se mueve en la Sala Capitular.
La vida en la ciudad se ha complicado enormemente por la falta de un planteamiento organizado y de la falta de seguridad jurídica.
El valor de una propiedad, el mayor activo de una familia, es una lotería. Nadie sabe qué permitirá el Ayuntamiento construir o destruir en su entorno.
¿Rebelarse? Hay que hacerlo. Al fin y al cabo, los inversionistas recogen el dinero y se van. Nosotros nos quedamos.
IAizpun@diariolibre.com
La falta de reglas claras, o del cumplimiento de las reglas que creíamos tener, ha provocado esa zozobra en que viven los propietarios de apartamento o casa en Santo Domingo.
Usted cree que tiene algo hasta que el negocio de alguien le devuelve al planeta Tierra. Densidades de población con las que usted no contaba cuando compró y que se deciden una reunión de la Sala Capitular de la que usted ni se entera. Grandes centros comerciales frente a su acera, sin parqueos ni ancho de calle suficiente. Centros de bebidas con altavoces de discoteca, restaurantes con valet parking que ocupan las aceras empujando a los peatones a la calzada, colegios sin accesos adecuados...
No hay sector de la ciudad en el que invertir sea seguro. Todo puede cambiar en un momento, dependiendo de qué se mueve en la Sala Capitular.
La vida en la ciudad se ha complicado enormemente por la falta de un planteamiento organizado y de la falta de seguridad jurídica.
El valor de una propiedad, el mayor activo de una familia, es una lotería. Nadie sabe qué permitirá el Ayuntamiento construir o destruir en su entorno.
¿Rebelarse? Hay que hacerlo. Al fin y al cabo, los inversionistas recogen el dinero y se van. Nosotros nos quedamos.
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