Compartir
Secciones
Podcasts
Última Hora
Encuestas
Servicios
Plaza Libre
Efemérides
Cumpleaños
RSS
Horóscopos
Crucigrama
Herramientas
Más
Contáctanos
Sobre Diario Libre
Aviso Legal
Versión Impresa
versión impresa
Redes Sociales
opinion

Embuste de Hipólito en el Valle

Cuando la comitiva presidencial descendió al valle por la súper carretera Jarabacoa-Constanza, dejamos atrás el entusiasmo entre los dirigentes comunitarios jarabacoenses del barrio Don Bosco, donde el presidente dio instrucciones al Ministro de Obras Públicas para que pavimentase las calles de aquel sector.

Es cierto que los oídos de quienes participan en campañas sucesivas, se "inmunizan" ante tanta alharaca y embustes, máxime si en el torneo electoral la confrontación es con un candidato que habla mentira tan fácil, como si tomase un vaso de agua.

Confieso que no salgo de mi asombro con lo que vi en el valle de Constanza. Al llegar, se observa una valla publicitaria que dice: "La agricultura está huérfana, llegó papá".

La propaganda no pudo ser tan infeliz, pues resulta que el letrero está sembrado en medio de una hermosa llanura, cultivada hasta la última pulgada de vegetales, cebolla, papa y ajo. El verdor de aquellos sembradíos contrasta con una propaganda engañosa, que no es congruente con la realidad. Veamos.

El valle de Constanza produce el 90 por ciento de los vegetales, la papa, el ajo y la cebolla que consume la República Dominicana, y en los últimos siete años, la situación ha venido de menos a más.

La confianza generada por las políticas macroeconómicas, aplicadas por el gobierno del presidente Leonel Fernández, ha generado seguridad entre productores, campesinos y agro empresarios. En el 2004, por ejemplo, el valle de Constanza lo recibimos con 1, 400 tareas sembradas de ajo. Este año que discurre hay sembradas 10 mil 500 tareas, solo de ese bulbo.

Uno se queda boquiabierto cuando ve a cuadros políticos hablando cháchara en los medios de comunicación acerca del sector agropecuario. Ciertos productores lecheros, especialmente cambia chaquetas, incrédulos de sus propias palabras, se resisten a reconocer que ese sector ha tenido un desempeño incomparable en la actual administración.

En el año 2009, cuando la crisis global se ensañaba contra las grandes y pequeñas economías, el aporte de la agropecuaria al Producto Interno Bruto (PIB) fue de 12.56 por ciento. Ese año, el sector fue la locomotora que impulsó el crecimiento económico del país. La administración Fernández, a partir de 2009, se vio limitada por las restricciones al gasto impuestas por el Fondo Monetario Internacional, que solo en el 2010 impidió al gobierno tener acceso a más de 40 mil millones del presupuesto, ya aprobado por el Congreso Nacional.

El buen comportamiento de la agropecuaria, a pesar de esos escollos, tuvo que ver, además, con el esfuerzo particular de agricultores, productores y agro empresarios; pero si no hay una política macroeconómica correcta, el esfuerzo de éstos es en vano, lo que ocurrió en la administración de Mejía, en la que a muchos productores de arroz sus siembras les fueron quemadas adrede y la alta tasa cambiaria quebró a no pocos de ellos.

El crecimiento de la agropecuaria con relación al PIB, el año 2011, registró un descenso a 5,5 por ciento del PIB, no por ineficiencia, no por arbitrariedades ni por la falta de apoyo, como ocurrió en el gobierno del agrónomo Mejía, sino al factor externo del decrecimiento mundial, derivado de la crisis económica.

Los aventureros que pululan en el sector agropecuario, cambiándose la chaqueta cada cuatro años, olvidan lo que pasa con la producción nacional. El sector lechero es un caso típico de protección, al que se le han otorgado todas las facilidades. Directamente, el gobierno del presidente Fernández entregó 660 millones de pesos, fuera del presupuesto, así como financiamientos al que han tenido acceso a través del Banco Agrícola y el Conaleche, ascendentes a casi mil millones de pesos.

Desde el año 2005 hasta la fecha, el gobierno aportó al sector agropecuario, fuera del presupuesto ordinario, la suma de 62 mil 773 millones de pesos, destacándose lo que ha sido la exención fiscal de que ha gozado el sector, beneficiándose de 40 mil millones de pesos dejados de pagar por esa vía.

Uno se espanta al ver la cara dura de ciertos productores cambia chaquetas y de su actual jefe político, Hipólito Mejía, cuando hablan de la producción de alimento básico.

Como dijo el presidente Fernández, "los números hablan de lo que comen los pueblos": en el año 2004, el país producía 8 millones 200 mil quintales de arroz al año. En el 2011, ese renglón llegó a 12.5 millones de quintales del cereal al año. Cuando llegamos al gobierno en 2004, se consumían 9.8 millones de unidades de pollo al mes, mientras que en 2011 ascendió a 15.5 millones de unidades al mes.

La producción de huevos, de 97.4 millones de unidades al mes, pasó a 160 millones de unidades en 2011. Las cerdas madres que en 2004 solo contábamos con 35 mil, en 2011 había 80 mil cerdas madres en manos de productores. Las cerdas terminadas (que van al matadero) representaban 44 mil en 2004, en tanto en el 2011 eran 82 mil. La producción de leche, que en 2004 fue de 384 millones de litros al año, en 2011 fue de 670 millones de litros al año. La producción de invernaderos pasó de 260 mil metros cuadrados, en 2004, a 5 millones 400 mil metros cuadrados ahora.

Un país que haya tenido un comportamiento así en el agro, ¿puede decirse que ha estado huérfano? La propaganda de Hipólito, que se sostiene de mentiras, como la aparecida en un artículo que le publicaron en El Nacional, en el que habló de su "participación" en las redes sociales, es otra farsa del teatro perredeísta.