Danilo de verdad no coge corte

Como el período de transición discurre como lluvia fina en verano, y con sol afuera y todo, hay seguidores de Danilo que quieren forzar situaciones que no harían más que complicar el panorama.

No sólo se trata del debate sobre el gasto público, que ahora resulta que es menor que en muchos otros países, sino los pequeños ruidos que se producen en el universo morado.

Las vallas de Leonel tal vez entretengan a los peledeístas que se aburren y agotaron los bostezos, cansados de buscar y no encontrar a un Danilo impasible.

Danilo, sin embargo, parece tener clara la cuestión.

¿A qué la prisa o la desesperación si él supo ser paciente y volvió al Palacio después de seis años y lo hizo como presidente electo? ¿Por qué seguir otros modelos?

Los afanosos debieran verse en el espejo de quienes han venido de Nueva York golosos a buscar lo que suponen guardaron durante la campaña. Los arrugones, se dice, han estado a la orden del día.

Cuentan de un furioso que sacó en cara sus aportes económicos. Danilo, tranquilo, preguntó que cuánto había dado, al contabilizarse la suma, más tranquilo espetó: ¡devuélvanselo! ¡Qué palo, Papo!