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26 de julio de 1899, y el viaje sin retorno de Lilis

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26 de julio de 1899, y el viaje sin retorno de Lilis

Diferentes fuentes históricas coinciden en apuntar que en el viaje emprendido por Ulises Heureaux, (Lilís), a finales de julio de 1899 hacia el Cibao, éste se trasladó por vía marítima desde Santo Domingo hasta Samaná, se desplazó hasta el puerto de Sánchez y que desde allí tomó el ferrocarril que lo conduciría hasta la ciudad de La Vega. Al instante de su desembarco en Sánchez, (según testimonio del teniente Aníbal Roldán, recogido por Vigil Díaz) Lilís recibe un telegrama del gobernador de La Vega, el general Zoilo García en el que le advierte que las cosas no están muy favorables en Moca y le pide entrar bien resguardado al Cibao.

A pesar de la advertencia, extrañamente Lilís deja allí en Sánchez y se despide de su escolta militar encabezado por el jefe de su estado mayor. En Sánchez se reúne con algunos comerciantes, hace un acto público de incineración de las devaluadas "papeletas de Lilís" y luego toma el ferrocarril hacia La Vega. Algunos indican que en La Vega el general Zoilo García, gobernador de la provincia sorprendido, le advierte de su descuido y le proporciona escolta militar adicional para que le acompañen en su desplazamiento hacia Moca, Santiago y a Puerto Plata, donde se encontraría de nuevo con su estado mayor para el regreso a la capital. A regañadientes Lilís la acepta, pero una vez llegado a Moca los hace regresar a La Vega, quedándose con la escasa compañía de Guarín González y Demetrio Rodríguez. A caballo llega a Moca en la tarde del martes 25. Para él, la tarde y la noche transcurren en medio de intercambios y conversaciones con algunos comerciantes y autoridades de la villa y con su participación en una fiesta en su honor celebrada en el club recreativo de la población.

Viene a Moca a aplacar ánimos y disgustos. Comerciantes y productores del Cibao están inconformes con la evolución económica y el inadecuado manejo gubernamental de la situación.

Amanece y es miércoles. El calendario lo marca como el número 26 del mes de julio del año 1899. Habiendo pernoctado en la casa de su amigo Carlos María de Rojas, Lilís retoma contactos y se dispone a firmar un contrato de préstamo por un monto de cien mil pesos con comerciantes locales para contribuir "a la amortización e incineración del Billete de Banco circulante". En esa labor transcurre la mañana de aquel día y las primeras horas de la tarde.

Concluida su agenda y firmado dicho contrato en casa de Carlos Ma. de Rojas, Lilís debe pasar por el establecimiento comercial de Jacobo de Lara, Administrador Local de Hacienda.

Es más de media tarde y hay mucha inquietud en la villa. Es más de media tarde y de pie, un hombre que merodea y simula, observa inquieto su objetivo. Está a poca distancia y desde allí, mira con disimulada atención a sus compañeros de conjura quienes aguardan la señal acordada para comenzar a hacer lo que vinieron a hacer. Cubierta la cabeza con sombrero de medianas alas, no oculta el revolver a la derecha de su cintura ni el puñal a la izquierda. Una y otra cosa no son extrañas en cintura de ningún jinchaíto, y menos en la de este. Pretende mostrar tranquilidad pero no la aparenta. Tiene la inquietud del cazador aguzado pero nunca temor. Sabe a quién va a enfrentar y eso le obliga a actuar con sorpresa y decisión. Con forzada paciencia espera el momento y oportunidad adecuada.

Es más de media tarde y también hay mucha bulla en la villa. Es el día de Santa Ana y en la plaza de la villa, la Banda de Música ejecuta algunas piezas musicales.

Mientras tanto el hombre armado que merodea y observa, decidido, y con precaución comienza a moverse. A zancadas se va acercando a su objetivo. Lo mismo hacen desde diferentes posiciones sus camaradas complotados.

Mientras el hombre de revolver y puñal en cintura avanza, Lilís está despidiéndose del dueño de la casa Don Jacobo de Lara en la calzada de la misma.

Con ese escenario de fondo se inicia el último acto de aquella trágica y patriótica obra.

A las zancadas de Mon quien avanza revolver ya en mano y no en cintura, se le anticipa un valiente e impetuoso joven quien es parte de los conjurados, hijo del dueño de la casa, Jacobo de Lara, y arma en mano dispara contra Lilís, rozándole la nuca y una oreja. En medio del espanto inicial y sin que medie tiempo, Lilís saca su revolver, pero Mon que ya está ahí, lo fulmina en el acto. José Brache, que llega en ese instante y es parte de los conjurados también dispara su arma contra el cuerpo agonizante o el cadáver de Lilís. Es más de media tarde del día miércoles 26 de julio y el tirano presidente Ulises Heureaux, mejor conocido como Lilís yace derribado sin vida, boca arriba y brazos extendidos. Cerca de su cuerpo yace también el del pordiosero conocido como Eduardo Ignacio (a) Pío, "despachado" en el acto por los disparos de no se sabe cual de las partes aunque algunos señalan que provinieron del arma de Lilís.

Un joven conocido como Jacobito Lara y Ramón Cáceres (Mon) cabezas en la acción de un grupo de conspiradores han ejecutado a Lilís en una calle de Moca. ¡Las consecuencias personales directas sobre los que ejecutaron la trama, que lleguen si tienen que llegar, por el momento Lilís está muerto y eso es lo que importa!

En el relato de este hecho algunos señalan que Lilís recibió momentos antes de su ejecución un papelito de una amante identificada como "La Cigua" advirtiéndole de la trama pero que no llegó a leer pensando que en el mismo se le solicitaba ayuda económica y se limitó a metérselo en un bolsillo y enviarle algún dinero a su remitente. Sin embargo, el Acta del inventario de las pertenencias de Lilís, minuciosa en detalles, no recoge ese supuesto papel que conforme a la versión debía tener en sus bolsillos y pienso que dada su importancia, los que levantaron dicha Acta no lo hubiesen pasado por alto.

La abundante cantidad de cartas recibidas por Lilís de amigos y allegados durante el ejercicio del poder en que le sugerían cuidarse de sus enemigos y las no menos llamativas e ingeniosas respuestas que él ofrecía a tales advertencias, constituyen un excelente caldo de cultivo para la fábula y la imaginación popular. Si a esto se unen otros elementos más, por ejemplo la adquisición por parte de Lilís de un terreno en el cementerio de Santo Domingo para la construcción de un monumento sepulcral para él, poco tiempo antes de lo sucedido el 26 de julio, mayor sería la fertilidad de imaginación de algunos que casi sugieren un viaje de Lilís hacia el suicidio.

En todo caso la ejecución de Lilís en 1899 y los hechos del 30 de mayo de 1961 han servido para que los mocanos auto identifiquen su ciudad como Cuna de Héroes y Sepulturera de Tiranos.