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El divorcio

No hay manera de digerir esta subida de impuestos. No es una reforma estructural ni responde a un discurso ideológico. No combate la evasión (al contrario, la premia con una amnistía) ni busca ampliar la base impositiva, ni gravar más los grandes beneficios o redistribuir el crecimiento. No es una reforma que impulsará la creación de empleo ni dará facilidades o corregirá distorsiones que actualmente disuaden de montar un negocio.

Es una reforma hecha burdamente, dejando el rastro bien claro de cuáles lobbys han funcionado y cuáles no. Cuáles grupos se han cobrado su apoyo y cuáles han salido damnificados. (Y cada vez que eche gasolina recuerde que estará ayudando a los empresarios del transporte público a renovar su empresa privada).

Y no, nunca sabrá a dónde fueron los miles de millones que hoy adeudamos todos y que el PLD necesitó para enquistarse en el poder con todos los flancos cubiertos. Le repetirán que usted, en realidad, paga pocos impuestos y que el Estado -hiperinflado, incompetente y demostradamente corrupto- necesita más dinero. Que con lo que hay ahora no llega ni para

que los políticos regalen canastas "comme il faut" esta Navidad.

¡Voten, señorías, voten! Si hace falta saltarse los tratados internacionales de comercio se saltan. Si hay que proteger a los compañeros se les protege. Si hay que "interpretar" la Constitución se interpreta. Nunca como ahora el divorcio -por mutuo desacuerdo- entre la clase política y los ciudadanos había sido tan patente.

IAizpun@diariolibre.com