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Por qué las naciones fallan

En el libro "Por qué las naciones fallan", de Acemoglu y Robinson, se expone una teoría que explica el éxito o fracaso de sociedades y pueblos en su aspiración de alcanzar el desarrollo económico.

En esta obra, ilustrada con amplia documentación histórica, se destaca que el grado de avance de los pueblos viene determinado por la existencia de un Estado centralizado y de instituciones pluralistas.

Los autores descartan el criterio de que el desarrollo surge por el hecho fortuito de pertenecer a una raza, haber nacido en un cuadrante geográfico provisto de determinado clima, ser integrante de un conglomerado cultural específico, o estar adscrito a un tipo de religión.

Y afirman que la expansión del tamaño del Estado "es solo parte del proceso de centralización política. Más importante que esto es la forma cualitativa en que funciona y la forma en que se comportan aquellos que lo controlan y trabajaban dentro del Estado."

En otras palabras, no se trata necesariamente de tener un Estado grande, sino de que crezca cualitativamente en calidad de servicios a la ciudadanía y en el que las instituciones operen para provecho de todos y no para beneficio de grupos que cooptan el poder y segmentos económicos y políticos que se distribuyen los beneficios.

En cuanto al pluralismo, se destaca que el respeto a la opinión y derechos de los demás, la participación de todos en las decisiones que repercuten sobre la sociedad, son aceptados en las sociedades atrasadas solo en el papel y en la forma, pero desnaturalizados en la práctica.

Los autores señalan que las revoluciones que impulsaron instituciones políticas incluyentes, "tuvieron éxito en empoderar una sección cruzada muy amplia de la sociedad." Y agregan que "el pluralismo, la piedra angular de instituciones políticas incluyentes, requiere que el poder político sea ampliamente sustentado en la sociedad."

La definición de instituciones políticas incluyentes contenida en el libro es la de que "son aquellas suficientemente centralizadas y pluralistas. Cuando una de esas condiciones falla, entonces las instituciones son extractivas. Las instituciones económicas son, a menudo, estructuradas por las élites para extraer recursos del resto de la sociedad…para expropiar los recursos de muchos, erigir barreras de entrada, y suprimir el funcionamiento del mercado."

En otras palabras, se tiene instituciones incluyentes cuando el ejercicio del poder encuentra contrapesos que le impiden imponer intereses de grupos en detrimento del colectivo, y cuando hay poder compartido en sus distintas manifestaciones, con apego a la regla de la ley.

Y el apego a la "regla de la ley" significa que no debe ser aplicada selectiva ni arbitrariamente, y sobre todo que nadie, absolutamente nadie, puede situarse por encima, ni acomodarla en función de sus conveniencias.

Y esto sólo se cumple cuando individuos o grupos tienen participación auténtica, no aparente, en las decisiones. Si no ocurre así, podrá estarse regido por una ley que ha perdido autenticidad, cuyo contenido y aplicación no responde a los principios de igualdad, participación y distribución plural del poder político.

La principal conclusión de los autores es que "Las naciones fallan hoy porque sus instituciones económicas extractivas no crean los incentivos necesarios para que la gente ahorre, invierta e innove. Instituciones políticas extractivas sustentan estas instituciones económicas consolidando el poder de aquellos que se benefician con la extracción".

Este libro viene a consolidar una tendencia de pensamiento cada vez más inclinada a explicar el desempeño de las naciones en función de la calidad de las instituciones que las rigen. En otra obra reciente titulada "Civilización: occidente y el resto", de Niall Fergurson, se comparte este criterio y se exponen ejemplos categóricos que sustentan esa tesis.

Sin ir más lejos, en el informe sobre competitividad global 2012-2013, del Foro Económico Mundial, la República Dominicana quedó clasificada en el lugar 105 entre 144 países. Y de los doce pilares que conforman la clasificación, el de peor desempeño fue el institucional, con 126 puntos de 144. Y esta es una asignatura que está pendiente de ser aprobada.

En definitiva, se trata de un buen libro, no solo para pensar sino también para actuar. Es evidente que estos conceptos tienen plena vigencia para la sociedad dominicana, ya que su estadio actual de subdesarrollo se explica y debe en alto grado a la debilidad de sus instituciones, a su carácter excluyente, y a la forma como se usan para satisfacer intereses de grupos.