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Y sin embargo se mueve

"Es preferible la compañía de los cuervos a la de los aduladores, pues aquellos devoran a los muertos; éstos a los vivos". (Atribuida a Diógenes, 412 a. C. - 323 a. C.)

En reacción a mi pasado artículo "Por una política monetaria aburrida", publicado el pasado 6 de septiembre en este diario, algunos directivos del Banco Central (BC) publicaron en su foro público o página abierta en la web oficial de esta institución un documento titulado "Algunas Consideraciones sobre el artículo 'Por una política monetaria aburrida' del Dr. Pedro Silverio", bajo la responsabilidad de los "funcionarios Miembros del Comité de Operaciones de Mercado Abierto (COMA)" que me obliga a una respuesta.

En primer lugar, es oportuno aclarar que cuando salí del BC, hace más de un año, luego de ocupar la posición de Gerente por un largo tiempo, tomé la decisión de no participar en el debate público (aunque ninguna normativa me lo prohibía) por considerar que había un riesgo de que se entendiera que pudiera estar haciendo uso de informaciones privilegiadas, en concordancia con el estricto apego al código ético que caracterizó mi paso por el BC.

Luego de transcurrido más de un año he decidido retomar mi condición de articulista. Sin embargo, para mi sorpresa, esto ha ofendido a algunos directivos y me han tildado de antiético. Todo parece indicar que el problema no es que escriba, sino que disienta, aun en el marco de una crítica meramente académica, pues ex funcionarios, incluyendo ex gobernadores y ex vicegobernadores, han escrito y siguen escribiendo o participando en el debate público, sin que eso se considere una violación ética. El problema, enfatizo, es que he hecho uso de un derecho fundamental como lo es el de la libre expresión de las ideas, sin recurrir a la censura previa.

Segundo, hay una gran diferencia entre las instituciones y las personas que en determinados momentos las representan. Las personas pasan, las instituciones quedan. Y los seres humanos no poseen el don de la verdad absoluta. Aun en disciplinas científicas, como la física, las verdades han ido evolucionando, y hoy podemos levantar un inventario de falsos conocimientos que en su momento fueron considerados como verdaderos. Esto significa que en las disciplinas que estudian la conducta humana, como la economía, es todavía mucho más difícil establecer esas verdades absolutas. Por eso, quienes dirigen las instituciones deben tener la humildad necesaria para acoger las críticas como algo normal en una sociedad democrática. La convicción por intimidación es inapropiada en un mundo donde la legitimidad del poder se debe derivar del uso de la razón.

Como el lector podrá constatar, en mi artículo anterior no hay una sola expresión que irrespete a esa institución financiera. Ha sido mi convicción que un banco central, por la solemnidad institucional, no debe ser un ente de beligerancia pública. No debe entablar discusiones con particulares, pues como parte del Estado es su obligación respetar la integridad y las opiniones de sus ciudadanos. Los canales de comunicación, en el área monetaria, están bien establecidos en sus Notas de Política Monetaria. La sobriedad de esas notas es un buen ejemplo de los limites comunicacionales.

Mi citado artículo tenía el objetivo de presentar el debate que sobre el rol de la política monetaria ha dominado por décadas el interés de muchos economistas, sin pretender ser un portador único de la verdad, pues ese debate, al igual que muchos otros, no ha sido resuelto, independientemente de cómo se conduzcan los bancos centrales en el día de hoy. Los interesados en el debate pudieran revisar, entre otras publicaciones, el trabajo de McCallaum (1979), donde resume el debate previo a los 80´s, y el trabajo de Goodfriend (2005), quien hace una revisión del debate posterior a esa fecha.

La política monetaria está sujeta a errores, como cualquier otra política. La política monetaria en Estados Unidos, fue uno de los factores detonantes de la crisis financiera internacional que aún no ha terminado. Si el Sistema de Reserva Federal, con toda su fortalece institucional, se equivocó, en los países latinos debiéramos ser más receptivos con la disidencia, en lugar de tratar de amordazarla con descalificaciones, como en ocasiones anteriores se ha hecho con economistas, empresarios y comunicadores.

Al final del documento citan a Baltasar Gracián para darme algunas lecciones sobre la prudencia, en un acto de velada e insultante amenaza, propia de los mejores tiempos de Trujillo. En tal sentido, me permito recrear una anécdota que también se le atribuye a Diógenes. Se cuenta que un asesor del Rey encontró a Diógenes en medio del parque comiendo un plato de lentejas, un símbolo de la pobreza en ese entonces. El asesor le dijo, "pobre Diógenes, si tan solo te arreglaras con el Rey no tendrías que comer lentejas". y Diógenes le respondió: "y tú por no saber comer lentejas tienes que adularlo".

El concepto de la dignidad es extraño para algunas personas. En mi caso, por suerte, puedo ser feliz comiendo lentejas.

@pedrosilver31