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Cierre de la deuda

Ayer comenzó el cierre de los servicios no esenciales del gobierno estadounidense y en el horizonte se vislumbra otro cierre más preocupante.

El cierre ocurrido ahora es en sí mismo más un inconveniente que una crisis. Siendo la 18ava vez que sucede desde 1976, es evidente que no es algo sin precedentes. Crea, ciertamente, dificultades para quienes planeaban visitar un parque nacional, renovar su pasaporte, o leer un informe estadístico del gobierno, pero no es en modo alguno una gran tragedia.

Más preocupante es la posibilidad de que se produzca un cierre de la deuda del gobierno federal, si se alcanza el tope máximo autorizado para ella sin que haya habido un acuerdo en el Congreso para aumentarlo.

De hecho, parte de la reacción que el cierre del gobierno provocó en los mercados financieros se atribuye a la percepción de que si no hubo acuerdo ahora en cuanto a la ley de gastos públicos es probable que tampoco lo habrá respecto del tope de la deuda.

Son dos cosas diferentes. El cierre de ahora obedece a la falta de apropiaciones presupuestarias para gastar, en tanto que el otro, si ocurriese, se debería a que el gobierno estadounidense depende de incrementos continuos de su deuda para poder pagar sus obligaciones.

Entre esas obligaciones está el pago de intereses sobre la propia deuda, y la posibilidad de que no pueda pagarlos e incurra en cesación de pagos es lo que aterra a los inversionistas, y es la amenaza a la que el gobierno recurre para obtener el apoyo del sector financiero y presionar a los republicanos. En realidad, aún si la deuda llegara a su techo, se podrían transferir recursos y posponer inversiones y otras erogaciones para poder cubrir los intereses de la deuda.

Aún con el cierre de los servicios no esenciales, el tope de la deuda se alcanzará en unas dos semanas, pues todos los demás gastos, incluyendo los intereses y gastos militares, se siguen haciendo.

gvolmar@diariolibre.com