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Bitcoin: Una moneda digital sin un banco central

"Lo que se necesita es un sistema electrónico de pagos basado en una protección criptográfica en lugar de la confianza, permitiendo a cualquier par de personas transar directamente entre ellos sin la necesidad de la intervención de una creíble tercera parte. Transacciones que son computacionalmente imprácticas para revertir protegerían de fraudes a los vendedores, y mecanismos rutinarios de fácil implementación protegerían a los compradores." (Satoshi Nakamoto)

No se sabe con certeza quién es Satoshi Nakamoto. Pudiera ser una persona o un grupo de personas. En cualquier caso, lo que sí está claro es que este programador de computadoras ha creado una moneda digital que ha ido rápidamente ganando terreno en el intercambio electrónico. Nakamoto, considerado el fundador de Bitcoin, escribió un documento (Bitcoin: A Peer-to-Peer Electronic Cash System), en donde analiza las ventajas y los retos de una moneda virtual, sin la intervención de un centro único de liquidación de pagos, y sin que la moneda haya sido emitida por un banco central.

La idea parece muy novedosa, pero el monopolio de la emisión de dinero por parte de los bancos centrales, tal como lo conocemos hoy día, probablemente haya tenido su origen en la fundación del Banco de Inglaterra en el siglo XIX (aunque sus orígenes se remontan al siglo XVII). Bitcoin viene a desafiar ese monopolio.

Así que Nakamoto se propuso crear la denominada moneda bitcoin a través de un proceso computacional sumamente complejo, y que de manera automática provocara un incremento estable de su oferta. Las complicaciones computacionales han sido necesarias para evitar que la moneda sufra los ataques de los falsificadores cibernéticos, de la misma manera que los billetes y monedas tangibles sufren los ataques de los falsificadores. Un paralelismo que pudiera ayudar a entender el proceso de generación de dicha moneda es asociarlo con la forma en la que originalmente los buscadores de oro (gold miners) hacían su trabajo. Cada bloque de oro encontrado podía representarse como un incremento en la capacidad de pago de quien lo encontraba. La diferencia con bitcoins está en los instrumentos utilizados para descubrir nuevos bloques de la monedas, mediante la solución de complejísimos rompecabezas computacionales, a través de las herramientas virtuales (bitcoin miners) que consumen una gran cantidad de tiempo y, por tanto, de recursos. Esos bloques han sido predefinidos en el sistema por unos parámetros que no solo deben ser satisfechos, sino que, además, el equipo de trabajo debe presentar las pruebas del esfuerzo realizado para alcanzar esos resultados. Los niveles de dificultad para descubrir nuevos bloques van aumentando con el paso del tiempo para garantizar que la oferta de bitcoins crezca a la tasa decreciente preestablecida. De acuerdo con la programación, la oferta de bitcoins debe llegar a un máximo de 21 millones de unidades en el 2030.

Una vez generada la oferta de dicha moneda, la cual crece en la medida que se descubren nuevos bloques de bitcoins, los tenedores de la moneda pueden utilizarla para hacer pagos normales de mercancías y servicios en los negocios que la aceptan, o para convertirla a una moneda física de las existentes. Los participantes al registrarse reciben dos llaves, una pública y otra privada, mientras mantienen una cartera de bitcoins, así como una firma digital. La llave pública es la que sirve de enlace con el resto de los participantes, en tanto la privada es utilizada para hacer las debidas autorizaciones. Todas las transacciones son encriptadas, de forma que los mensajes son transformados en un número con una bajísima probabilidad de ser descodificados. Es una forma de evitar que los bitcoins sean gastados más de una vez.

A pesar de los contratiempos, propios de una moneda novedosa y de los desafíos del mundo digital, bitcoin ha ido recibiendo la aceptación de creciente número de participantes, incluyendo una gran cantidad de negocios muy diversos. De acuerdo con Bloomberg, más de un millón de personas alrededor del mundo utilizan bitcoin para hacer sus pagos en la red. A principios del 2013 una unidad de bitcoin podía ser adquirida con unos trece dólares, mientras que en el presente su valor se ha elevado hasta superar los USD700. Una gran ganancia en tan solo un año; esto es, a pesar de la volatilidad mostrada hasta ahora por dicha moneda.

Claro está que una moneda con las características de bitcoin no podía pasar desapercibida. El premio Nobel de economía Paul Krugman ha cuestionado la moneda sobre la base que no está claro que pueda convertirse en un medio de atesoramiento con razonable estabilidad, una de las características que debe poseer cualquier moneda; a la vez que aclara que su crítica es económica, no tecnológica. La respuesta, reporta The Huffinton Post, es que Krugman escribió en 1998 que el internet no sería gran cosa, de acuerdo con los defensores de la moneda digital. No sería sorprendente, por lo tanto, que se equivocara de nuevo.

El creciente uso de bitcoin, sin embargo, ha llamado la atención de los reguladores en importantes centros financieros, quienes cuestionan la legalidad de sus operaciones, lo que ha despertado un genuino interés para que sea debidamente regulada. Varios escándalos relacionados con las transacciones de bitcoins han alimentado el interés de los reguladores; entre esos escándalos se encuentran el uso de bitcoins para realizar operaciones de narcotráfico, así como algunos fraudes que han puesto en dudas la seguridad misma de la plataforma. Estos son desafíos que deben ser superados antes de que el éxito de esta nueva moneda digital pueda ser considerado como algo definitivo.

Twitter: @pedrosilver31

Pedrosilver31@gmail.com