El Gobierno y las provocaciones

No hay dudas de que los defensores de la causa haitiana tienen una estrategia bien elaborada y mejor dispuesta, y entre sus elementos está la provocación.

La reacción, y mucho más si es desproporcionada, mantiene el tema sobre el tapete, y eso conviene a sus fines.

El gobierno tiene un trompo embollado, pero no acaba de desenrollarlo, lo que se espera haga el Presidente en su discurso de rendición de cuentas.

Sin embargo, la sociedad civil no cesa en sus presiones. La campaña sigue a mil, con pronunciamientos desde el exterior, que aquí se reproducen, con piquetes frente al Palacio, o con osadía e impertinencia, como la del grupo "Tomando Nuestro Territorio".

Las autoridades conocen la situación, pero no se atreven a actuar por muchas razones, y una es no alborotar la jauría internacional.

Esta no necesita que le guiñen un ojo, pero le conviene que se produzcan acciones, no importa del tipo que fueren, para justificar sus denuncias.

Un ex cónsul está abusando de la hospitalidad, y alguna instancia oficial debiera decírselo. Como dice el refrán: lo poco agrada, pero lo mucho enfada.