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Tranquilina y Nicolás

Cuando el 6 de marzo de 1927, Tranquilina y Nicolás se enteraron del nacimiento de un nieto que la literatura colocaría en el camino para ascender a la cúspide de los grandes de las letras, jamás pensaron que aquel varón estaría signado por el destino para describir los sueños, los enigmas y las esperanzas de la vida, que ellos con sus relatos le transmitieron, y con los cuales ese joven sería capaz de transformar la realidad en ficción y la ficción en realidad.

Los gritos de la tía Francisca y ella se abrieron pasos por los senderos de las begonias para anunciar que había nacido varón; se escucharon en el vecindario las voces de alarma, como narraría luego el propio nieto.

Entonces alertó Francisca: ¡Ron, que se ahoga!. Y es que desde ese momento, el Gabo, como le conocían sus más cercanos, sería el muchacho de Aracataca que los relatos contados por sus abuelos Tranquilina Iguarán Cotes y Nicolás Ricardo Márquez Mejía, convertiría en una altísima prosa, a través de sus cuentos, novelas y personajes, que millones de lectores han leído con fruición, dándole la fama que le llevaron a ganar el Premio Nobel de Literatura en 1982.

De las historias contadas por el Gabo conocemos a Macondo, las vidas y los rostros de los personajes de Cien Años de Soledad; las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia; nos trasladamos trepados en su imaginación para conocer el despuntar de un día en su pueblo natal caribeño; aprendimos a imaginarnos los intensos aguaceros que sobrevenían sobre Macondo con tanta furia como si fueran a tragarse la tierra; conocimos las vidas de las mujeres y los hombres de ese pueblo, de sus esperanzas y de sus sueños.

Su abuelo, Nicolás Ricardo Márquez Mejía, es el personaje a quien el Gabo adoraba y el que le enseñó a conocer los animales del circo que cada cierto tiempo visitaba Aracataca (Macondo) para entretener a sus habitantes. Con el abuelo solía ir de las manos pasear para construir una complicidad, que les permitió identificarse toda su vida hasta que murió en 1966 cuando el viejo, llevado de la pluma de García Márquez, se convertía en el personaje central de una de sus obras con el nombre de Coronel Aureliano Buendía.

Doña Tranquilina y don Nicolás, jamás pensaron que de aquellas historias que hacían al nieto, escogido para vivir con ellos por diez años de entre once hermanos, con su inteligencia e imaginación fecunda se convertiría en uno de los más importantes narradores de la literatura hispana del siglo XX.

Aunque nació un mes de marzo, como ya he señalado, en la vida de Gabriel García Márquez, abril tiene una significación especial porque en ese mes ocurrieron hechos que iban a marcar su vida para siempre.

Estremecido por el asesinato del político Jorge Eliécer Gaitán, hecho histórico conocido como "El Bogotazo", ocurrido el 9 de abril de 1948, el Gabo deja la carrera de Derecho que sus padres le había enviado a realizar a Zipaquirá, cerca de Bogotá. Impresionado por la riqueza de la literatura de Franz Kafka, William Faulkner y bajo el influjo de las historias de sus abuelos, empujadas- unas- por la ficción y- otras- por la realidad, Gabriel García Márquez entra al mundo de la literatura para construir una nueva forma de narrar en la lengua hispana.

Cuando muere el pasado jueves 17 de abril, en víspera de conmemorarse la muerte Jesús, ya los quebrantos de salud le habían llevado a tener que dejar su gran fascinación: contar historias.

El tránsito del periodismo a la literatura lo hizo de una forma tan natural que solo él era capaz de ponerle el sello, llamado "realismo mágico". Aquellas historias que escuchaba de doña Tranquilina y Nicolás las leyó en los relatos de Franz Kafka y William Faulkner, admitió una vez.

Uno de sus mejores amigos, Alvaro Mutis, le puso dos libros de Juan Rulfo en sus manos, uno titulado "Pedro Páramo" y el segundo "El llano en llamas", y le dijo: " toma, así es que se escribe". De ahí, pasó al universo y lenguaje especiales, que solo él conocía y que se permitía abrir para que sus lectores entraran por la puerta grande a conocer la vida de sus personajes.

Inició su carrera periodística en el diario El Universal, de Cartagena, como crítico de cine, luego trabajó en El Heraldo, de Barranquilla. Su primer cuento lo publicó en El Espectador.

La impresionante narración en primera persona de "Historia de un náufrago" es la forma en la que Gabriel García Márquez pone al protagonista, Luis Alejandro Velasco, a narrar los hechos, de una tripulación de un buque militar que pierde el control, y ese personaje sobrevive por diez días en el mar. Durante 25 días consecutivos, El Espectador publicó la historia contada por el periodista, que destapó un escándalo porque los cargamentos de contrabando que llevaban los marinos de la Armada de Colombia se soltaron provocando el naufragio. De ese, como de otros reportajes, Gabriel García Márquez inmortalizó personajes y hechos, que hoy la humanidad reconoce como obras de arte en el lenguaje de Cervantes.

Las palabras de Francois Mauriac, periodista y escritor francés, recobran valor con la desaparición física de uno de los grandes de la literatura, cuando señaló que "la muerte no nos arrebata los seres amados, al contrario nos los guarda e inmortaliza en el recuerdo. La vida, en cambio, sí que nos roba muchas veces y, en ocasiones definitivamente, a los seres queridos".

El nieto de Tranquilina y Nicolás tocó el corazón de millones de sus lectores por lo alto del vuelo de su prosa, la que sin dudas lo inmortaliza.

rafaelnuro@gmail.com, @rafaelnunezr