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¡Suspéndanla ya!

Si la denuncia de un diputado de que algunos de sus colegas vendieron las órdenes de compra de regalos que emitió la Cámara de Diputados para el día de las madres, no hay que decir más nada, y proceder a terminar con esa práctica.

No existe justificación alguna para una práctica reciente que es enajenante y discriminatoria, que no forma parte de los deberes de los legisladores ni de las Cámaras, pues representar no es regalar, y que constituye una aberración de nuestro sistema político.

Es más, se podría considerar la acción como una distracción de fondos públicos para fines privados, pues los beneficiarios últimos de la práctica son los propios legisladores que son los que más reditúan de esa filantropía política pagada por el Estado.

El presidente de la Cámara de Diputados, Abel Martínez, tiene una excelente imagen que no puede echar por la borda, favoreciendo una práctica perversa, y tiene la suficiente estatura moral para borrarla del hemiciclo. Además, cuando la gente sepa que no hay, no irán a pedirles a los honorables.