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Un negocio en la acera

El hombre instaló su fritura en la acera, y con tranquilidad respondía a la periodista del noticiero: "Yo incumplo la ley, pero estoy buscando la comida de mis hijos. Ellos roban cuanto quieren y no les hacen nada. ¿Por qué me persiguen a mí?".

Más claro... agua. Las autoridades han perdido la legitimidad moral de exigir el cumplimiento de las leyes. Triste base para el futuro.

El hombre y la periodista hablaban de la ocupación de los espacios públicos. El arrabal en el que poco a poco se están transformando las ciudades dominicanas podría revertirse con una voluntad política que las autoridades actuales no parecen tener.

El Ayuntamiento del Distrito, por ejemplo, acaba de reconocer que no tiene fuerza para hacer cumplir los reglamentos de uso del espacio público. ¿Qué espera que hagamos los ciudadanos? ¿Nos encogemos de hombros? ¿Nos atrincheramos en la casa? ¿Ponemos un negocio en la acera, ya que está permitido (cuando no alentado) por las autoridades?

¿La solución es dejar que el problema crezca hasta que el gobierno construya casas a los que invaden, mercados a los que ocupan aceras, y otorgue beneficios para los choferes que crean caos? Si un Ayuntamiento no puede hacer cumplir los reglamentos debe delegar en otra institución que proteja los derechos de los ciudadanos. No elegimos a las autoridades municipales para que nos pongan a bailar, nos entretengan en Navidad ni organicen cursos de cocina en los parques. Que nos devuelvan la ciudad. Empiecen por recuperar las aceras, por proteger las áreas verdes.

IAizpun@diariolibre.com