Ley de Partidos ¡ya! (I)
De la actual movida, de éste envión, no se salva la Ley de Partidos. Todos los caminos conducen hacia su aprobación, a lo que no me opongo, pues haría más bien que mal. Lo que objeto es que la vendan como la solución a los males de nuestra partidocracia. No debe haber engaño al respecto: sin institucionalización ni democracia interna, ninguna ley cambiará la cultura autoritaria de las élites partidarias, además de que sería excluyente para los partidos minoritarios, pues los sustraería de la sombra de los grandes.