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Muchas empresas y poca innovación

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Muchas empresas y poca innovación

“...una debilidad flagrante en el panorama emprendedor de Latino América y el Caribe (LAC): la escasez de innovación. Existe una brecha sustancial y crónica en términos de innovación entre LAC y los países y regiones comparables. Esta brecha existe no solo en el ámbito de la investigación y el desarrollo (I+D) y las patentes, sino también en el contexto de la innovación de productos y procesos; además, la sufren las empresas grandes y pequeñas por igual. De hecho, incluso las estrellas emprendedoras de la región –las empresas exportadoras y las multilatinas- están atrasadas en importantes relativos a la innovación.” Lederman et al, Banco Mundial, 2014

Schumpeter –con mucha razón- lo categorizó como un proceso de «destrucción creativa», pues en realidad la destrucción de las viejas formas de hacer las cosas estaba acompañada de la aplicación de nuevas ideas que se traducían en innovaciones tecnológicas, nuevos procesos, nuevos productos, nuevas empresas. Las grandes transformaciones económicas que registra la historia han estado precedidas de importantes cambios tecnológicos. En cada momento, esto ha significado ajustes dolorosos para quienes han resultado perjudicados por esos avances tecnológicos. Pero en el mediano y largo plazo la humanidad ha mejorado sus estándares de vida.

Es claro que la innovación juega un rol clave en el proceso de desarrollo económico. Y cuando miramos hacia América Latina y el Caribe no es posible ignorar que la región se ha quedado rezagada en materia de desarrollo, a pesar de las cifras de crecimiento que en ocasiones parecen corresponderse con una hinchazón o inflamación económica. Lo cierto es que se tiene la percepción de que los latinoamericanos no son innovadores o no innovan lo suficiente y que –de paso- hay una correlación entre esa deficiencia innovadora y el subdesarrollo que padecemos. Esto ha sido tema de un nuevo libro que técnicos del Banco Mundial acaban de publicar: El emprendimiento en América Latina, muchas empresas y poca innovación. En opinión de los cuatro economistas (Lederman, Messina, Pienknagura y Rigolini), coautores de la obra, los emprendedores son fundamentales para lograr la transición del auto empleo al empleo asalariado. Es un hecho estilizado que el auto empleo está asociado a economías con bajos niveles de desarrollo. Los emprendedores e innovadores crean empresas con mejores oportunidades de empleo y mayor remuneración.

Un dato interesante –entre muchos- del estudio es que los niveles salariales van creciendo a la par con el tamaño de las empresas. Las empresas productivas tienden a pagar mayores salarios, a la vez que tienden a ser de mayor tamaño. Citan que las medianas empresas pagan un salario entre un 20 y un 40% mayor que las pequeñas empresas, mientras que las grandes empresas pagan entre un 30 y un 60% más. En las once categorías del estudio (desde productividad del trabajo, inversión en investigación y desarrollo, patentes, procesos nuevos o mejorados, hasta cooperación para innovar) las empresas medianas y grandes superan holgadamente a las pequeñas empresas. Sin embargo, cuando las comparaciones se hacen con empresas de tamaños similares en otras regiones del mundo, las empresas latinoamericanas quedan muy mal paradas.

Ante tal realidad, los autores argumentan que “Desde el punto de vista de las políticas es fundamental plantearse cómo abordar la brecha en el crecimiento de las empresas y, para lograrlo, hay que cambiar el paradigma actual que enfatiza el apoyo a las empresas pequeñas por uno que se centre en el respaldo a las empresas jóvenes y de nueva creación.” Es una lógica –nos permitimos agregar- que desde la visión política predominante no parecería contar con mucha aceptación.

En una muestra de unos sesenta países –sin incluir los tradicionales países del primer mundo-, los latinoamericanos aparecen muy lejos entre los países que introdujeron nuevos productos del 2006 al 2010. En el caso dominicano, quedamos detrás de países vecinos como El Salvador, Guatemala, Honduras y Costa Rica. En el caso de los índices de derecho de propiedad intelectual, la República Dominicana es el peor calificado de todos los países latinoamericanos incluidos en la muestra.

En fin, ¿cuáles serían los factores a considerar para mejorar la innovación en nuestros países? Los autores entienden que el primer factor por la falta de innovación se encuentra en los niveles insuficientes de competencia, lo que permite que el poder de mercado de las empresas les asegure niveles de rentabilidad que hacen innecesaria la innovación. Un segundo factor citado por ellos es el de la brecha de capital humano, especialmente en la calidad de la educación. Además, enfatizan que a pesar de las reformas las regulaciones empresariales podrían estar afectando el espíritu innovador. Sin embargo, los autores no son concluyentes en cuanto al rol del financiamiento y consideran que probablemente las empresas en Latino América enfrentan limitaciones similares a las de empresas localizadas en otras áreas del globo.

Un mensaje oportuno de la obra es que en América Latina dos tercios de quienes han salido de la pobreza en el presente siglo lo han hecho a través del mercado laboral y el crecimiento económico. Y este crecimiento no puede ser sostenible sin que se mejore sustancialmente la productividad, para lo cual la innovación es fundamental. Por eso, Oppenheimer tiene razón: Crear o morir.