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Cuidado con el coaching

El científico de la salud mental debe explorarlo casi todo.

A pedido de varios colegas, relato mi experiencia con el famoso Coaching.

Los orígenes del coaching se remontan a finales de 1970, cuando el capitán del equipo de tenis de la universidad de Harvard, Timothy Gallwey, conoció las enseñanzas de la meditación de la secta de la Misión de la Luz Divina de Prem Rawat, cuya dirección había heredado de su padre Hans Ji Maharaj. Gallwey aplicó dichas técnicas al tenis, al golf, al esquí con tres publicaciones: El juego interior del tenis (1974), El esquí interior (1977) y El juego interior del golf (1981).

La clave del asunto es que si pierdes en un juego es porque no has usado bien tu mente, simplemente tienes un oponente en tu cabeza mucho mejor que el verdadero que está al otro lado de la cancha. Esta simpleza, Gallwey la extrapoló a todos los órdenes de la vida humana, y así aparece el coaching de negocios, el coaching personal, el coaching ejecutivo, y no podía faltar el coaching espiritual, de más reciente aparición. Una de sus piedras de toque es combatir un supuesto "diálogo interior negativo".

Pero aparecen otras lindezas, como el optimismo irracional, la "Ley de atracción", para reforzar el "optimismo motivador"… y agarrarse de unos presupuestos pseudocientíficos basados en la "Programación Neurolingüística (PNL).

Rhonda Byrne ("El Secreto") llega al extremo de plantear que somos "torres de transmisión", que emitimos ondas negativas o positivas al universo, y de ese modo se producen tsunamis, como el de Indonesia, debido a que la mayoría de sus pobladores emitían ondas negativas. Usted leyó bien: atraemos desgracias y desastres naturales con nuestros pensamientos, no por las realidades aleatorias de la meteorología.

A pesar de las profusas citas de científicos como Albert Einstein y los grandes investigadores que descubrieron la física cuántica, en el famoso Coaching no hay nada que pueda calificarse como científico, excepto algunos consabidos conocimientos de la psicología, y que en su mayoría son interpretados a la ligera por el Coach.

Desde hace algunos años, en nuestro país se está introduciendo el coaching, y me parece prudente comunicar a la ciudadanía el resultado de mis indagaciones.

El Coach no es psicólogo(a) ni psiquiatra. Es cualquiera que haya hecho un curso de una semana sobre el tema con un "Guía". El Coaching no es psicología, es una forma pseudocientífica de abordar los problemas a los que se enfrenta la Humanidad del Siglo XXI. Formar a un psicólogo o a una psiquiatra es un duro esfuerzo de más de veinte años, entre el pre-grado, grado, especialidad y maestría.

Si usted pasa por la desgracia de perder su empleo, no lo va a solucionar pensando "es lo mejor que me ha pasado en mi vida". Recibir una factura vencida no se resuelve pensando que a usted lo que le llegó fue un cheque a su favor.

La realidad de la vida cotidiana no se puede manejar con el simple pensamiento "positivo", se afronta con estrategias y acciones reales y efectivas.

El Coaching proviene de una secta "iluminista" (optimística, guerreros(as) de la luz, personas tóxicas…) conceptos que de por sí le descalifican como ciencia.

La ciencia posee investigadores, la pseudociencia posee adeptos y gurúes.

En definitiva, en la práctica de esta moda, el coach, como gran maestro que es, piensa que todos tenemos muchas ideas negativas preestablecidas que son la causa de nuestros miedos ("conflictos internos"), y el coachee (el aprendiz) debe aceptar que los padece, y que debe deshacerse de ellos, y separarse de las "personas tóxicas" que le inducen esos complejos, sean familiares, amigos o profesores…, todo aquel que no esté de acuerdo con el Coach.

El coachee (aprendiz) debe asumir en su totalidad el "optimismo motivador", para poder realizar el "cambio". Así, el proceso de aprendizaje para el "cambio" consiste en cuatro etapas: 1) Desaprendizaje de los pensamientos e ideas negativas. 2) Cambio a un nuevo "Plan" de vida. 3) Reaprendizaje de las buenas prácticas recién adoptadas y 4) Institucionalización, que consiste en transmitir a otros lo aprendido. Es decir, te hacen un lavado de cerebro, y te captan como multiplicador del coaching. La vida no es como los anuncios que dicen "así de fácil". El problema es que el coachee (aprendiz) ya gastó su dinero.

Mi querido(a) amigo(a), si usted necesita algún consejo para mejorar su vida, busque los servicios de un(a) psicólogo(a) o un psiquiatra certificado por una institución de educación superior conocida. El coaching puede resultar en un gasto superfluo de tiempo y dinero. Ya investigué ese "proceso de cambio", y no encontré nada.

¡Ah! Por si acaso, no soy una "persona tóxica".