La novela de Sobeida sigue...
Lo que falta es llevarla en andas al aeropuerto...
Un país que incluye entre sus preocupaciones la situación de la pareja de un narco confeso y profeso, de que si un juez le otorga o no permiso para viajar al extranjero, tiene más problemas de los que comúnmente reconoce.
Solo falta preguntar a Sobeida a dónde quiere ir, comprarle boleto de avión y llevarla en andas al aeropuerto, cual si fuera una Cleopatra moderna, y verla partir como viajera de infinito.
El mundo no hay quién lo entienda, y el día que se entienda, dejará de ser mundo.
Lo correcto era que Sobeida, después de superadas sus dificultades judiciales, se recogiera, asumiera un bajo perfil y que de ella no se volviera a saber jamás, como hicieron sus compañeros y compañeras de aventura o de infortunio.
Sin embargo, ella se enamoró de los reflectores, y estos la convirtieron en una leyenda, y ahora no pueden vivir los unos y la otra en el olvido que les corresponde.
Ahora vendrá el capítulo del viaje, y no puede descartarse que se acompañe de prensa como político en campaña, y se cuente el día a día en su nuevo destino.
Con razón alguien dijo que este es el tiempo de las telenovelas.