A palo limpio

Una de las facetas que demuestran cuán autoritario es nuestro sistema de hacer las cosas, es que en este país nada se logra sin agredir al otro.

Las comunidades no saben protestar sin agredir al medio ambiente o a las obras de infraestructura, lanzan basura a la calle, queman gomas y, muchas veces, hasta agreden a tiros a las autoridades.

Éstas, las autoridades, tampoco se quedan atrás. Tienen que cerrar restaurantes cuando están llenos de parroquianos para abrirlos unas horas más tarde y la Policía es famosa por detener a familiares de sospechosos para obligarlos a entregarse en un olvido total del principio de la personalidad de las penas.

El Gobierno ha acostumbrado a la gente a que si no protesta violentamente nada consigue. El sector privado no responde hasta que no le caen a palos.

Es imprescindible romper este círculo vicioso de arbitrariedades para que podamos vivir en paz. Esto se logra por medio de un proceso de articulación de intereses que deben realizar los partidos políticos y las sociedades empresariales a través de sus representantes locales, pero no quieren hacer su tarea.

Diario Libre