El caos del tránsito
El Gobierno no parece estar dándose cuenta de que gran parte de la frustración que se observa en la clase media dominicana, y en general en todo el pueblo, proviene de la falta de solución a problemas que causan mucha molestia e inversión de tiempo de la gente.
El caos del transporte, por ejemplo.
Si el PIB del país se midiera por las horas-hombre perdidas en los tapones en nuestras ciudades, jamás podríamos salir del rojo. La gente tiene que dormir menos, coger más calor y sofocarse en la espera inexplicable, amén del costo en combustible y desgaste de piezas de los automóviles.
Algunas de las soluciones viales que se han buscado han funcionado a medias y otras sencillamente han provocado un caos mayor. El de la avenida Abraham Lincoln es un ejemplo del caos mayúsculo que han provocado los cambios promovidos.
En esas circunstancias, el tránsito debe ser una oportunidad de oro para el Gobierno demostrar su eficiencia y cuán preocupado está por modernizar el país. Una AMET ineficiente y unos conductores mal educados es una combinación letal que hay que corregir.